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Se acabó la legislatura

En los tres años no le queda mucho que mostrar a Petro.

francisco barbosa
francisco barbosa | Foto: JOHAN TORO

25 de jun de 2025, 03:34 a. m.

Actualizado el 25 de jun de 2025, 03:34 a. m.

En los corrillos políticos siempre es común que se diga que los presidentes al ser elegidos tienen el primer año para hacer las grandes reformas, el segundo y el tercero para lograr reformas consensuadas y el último año se pierda por el inicio de la nueva campaña electoral. En el caso del presidente Petro, el balance es totalmente negativo de principio a fin.

 El primer año intentó avanzar en acuerdos hasta que rompió el pacto inicial debido a su espíritu autoritario y al enfrentamiento con mi administración en la Fiscalía General de la Nación cuando negué la suspensión de órdenes de captura de narcotraficantes por no existir una ley de sometimiento. Recuerdo que el 2023 terminó con escándalos judiciales alrededor del entorno cercano del presidente que siguen su curso y que marcaron el derrotero de su administración. La reacción de Petro fue palmaria: atacar la tridivisión de poderes y la institucionalidad judicial. De esa época queda el épico: “El jefe del fiscal soy yo”.

En medio de amenazas, asedios judiciales, confrontaciones y escándalos de corrupción como el de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y Desastres (Ungrd) que llevó a la caída de su consejera presidencial, su ministro de Hacienda, el director del Dapre, entre otros, Petro se ha defendido insultando, injuriando y creando un ambiente político tan violento y pugnaz que condujo al país a la radicalización.

En cuanto a lo económico, los empresarios, banqueros e industriales, a pesar de la insania con la que Petro se refiere a ellos han tratado de mantenerse a flote. Sin embargo, el dinero ilegal abunda en las calles y han salido más de dos millones de colombianos al exterior que envían más de 12 mil millones de dólares en remesas por año. En medio de esto, el gobierno bloquea sectores buscando quebrarlos y gasta lo que no tiene creando una crisis fiscal sin igual.

En conclusión, en los tres años no le queda mucho que mostrar a Petro. Una reforma pensional devuelta por la Corte Constitucional al Congreso porque existieron vicios en el último debate, una reforma laboral que surgió de la extorsión del gobierno de convocar una consulta popular y una virulencia contra las tres ramas del poder público. Ataques contra el Consejo Nacional Electoral por abrir un pliego de cargos por la presunta financiación ilegal de la campaña presidencial, contra la Fiscalía y la Procuraduría durante los dos primeros años y, para rematar, un senador y precandidato presidencial sicariado en un parque en la ciudad de Bogotá en medio de discusiones sobre la disminución de su esquema de seguridad. Todo esto producto de la violencia verbal de Petro y de la entrega al país, a las mafias y al crimen con su desafortunada y delincuencial ‘paz total’.

No me imaginó el escandaloso Petro posando de víctima donde hubieran atentado contra un candidato de su partido siendo oposición. No me imaginó el revuelo nacional e internacional. En estos días me pregunto dónde están la CIDH, Naciones Unidas y las ONG protestando por lo ocurrido. Silencio y virulencia. Cada día, Colombia tiene un ambiente de violencia y crispación que recuerda el año de 1933 con la llegada al poder de Hitler con sus discursos de odio, sus mercenarios jurídicos -Carl Schmitt- y sus hordas violentas.

No queda mucho tiempo. Ahora viene la campaña política en un ambiente caldeado, con criminales en las tarimas al lado de Petro y con constituyente a bordo. Ojalá podamos resistir y ojalá no perdamos la democracia.

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