Columnistas
Revolcar y destruir
No sorprende lo que ocurre ahora: ha pisado el acelerador del desorden porque siente el final cerca. Sabe que no dejará una obra, ni un avance digno de su nombre; su orgullo se alimenta de la ruina que deja.
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias


8 de nov de 2025, 02:49 a. m.
Actualizado el 8 de nov de 2025, 02:49 a. m.
Un personaje envanecido que solo ve el mundo a través del prisma de su gloriosa dignidad. Toda su vida fue agitador y denunciador; jamás constructor. No tiene experiencia organizando, dirigiendo ni integrando equipos con propósito: su currículo es la crítica permanente y la queja. Eso lo dejó en evidencia en la gestión —desastrosa— de Bogotá y del país.
Claro que tiene adeptos. Lo siguen los grupos criminales que protege sin disimulo; los ineptos que comparten su ignorancia sobre economía y gerencia; los vagos y parásitos que creen que la sociedad les debe todo; y unos cuantos ilusos que, entre la maleza, logran pescar alguna promesa con apariencia de buen propósito.
No sorprende lo que ocurre ahora: ha pisado el acelerador del desorden porque siente el final cerca. Sabe que no dejará una obra, ni un avance digno de su nombre; su orgullo se alimenta de la ruina que deja. Su lista de ‘logros’ es, por desgracia, coherente: desbarató la salud, erosionó las finanzas, asestó golpes a las exportaciones, debilitó a Ecopetrol, desestabilizó el Ejército, minó las Cortes y socavó las instancias de control. Su mayor hazaña ha sido aumentar la confrontación para exponer —dice— ‘las contradicciones’ de la democracia que tanto aborrece.
Frente los límites que le impiden imponer su visión estatista y autoritaria, propone ahora el ‘poder constituyente’: un eufemismo semántico para seducir a un pueblo sumiso y evitar la palabra ‘asamblea’, que se comprometió a no convocar. La táctica es elemental y desesperada: intensificar la agitación y el caos.
Como el campo ya está en manos de grupos criminales, su plan es revolcar las ciudades. Financia marchas y bloqueos para torpedear la actividad productiva, generar pobreza y sembrar desconcierto —ingredientes imprescindibles de su dieta política. Insulta a potencias y amenaza la financiación de la lucha antidrogas; pone en riesgo la exportación de flores, café, petróleo y carbón; y así sazona su caldo de cultivo: más miseria, más confrontación.
Si no se muestra firmeza en los meses que quedan, el daño será irreversible. Es la defensa mínima de un país que necesita orden, trabajo y sentido común para salir del caos que él mismo cultiva.

Médico oftalmólogo, especialista en cirugía vitreoretinal. Docente universitario, fue gestor y director de la Clínica de Oftalmología de Cali y es reconocido como pionero en Colombia en cirugía de catarata con lentes intraoculares y en retinopexia neumática.
6024455000






