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Regalías para una Colombia mejor
Tenemos que decir que Colombia sigue sufriendo los flagelos del hambre y de la pobreza, los cuales se agravan con la corrupción, el despilfarro y la irracional violencia que estamos viviendo...
![Angelino Garzón, columnista El País](https://www.semana.com/resizer/v2/GSTDDPW4VRBVTE7MITR7L7H7ZM.jpg?auth=77e69b14a5bf0d214ee07f8d18a4c6dc2fc25260577675efa2019ee6e3af2f97&smart=true&quality=75&width=1280&height=720)
¿Cuál es la razón de ser de las regalías? Responder este interrogante implica hacer una reflexión y análisis sin sesgos partidistas o afinidades gubernamentales.
El sistema general de regalías fue definido como un motor para el desarrollo y reducción de la pobreza, sin embargo, hoy duele decir que esa meta no se ha alcanzado en ninguna de las regiones de Colombia.
¿Qué ha pasado entonces? Mucho más cuando el Estado colombiano en los últimos 15 años, ha destinado más de 153 billones de pesos por regalías a un buen número de departamentos y municipios y, por otra parte, en los últimos 15 años, vía gasto público social, ha asignado más de 450 billones de pesos para la reducción y mitigación de la pobreza.
Hoy, dolorosamente, tenemos que decir que Colombia sigue sufriendo los flagelos del hambre y de la pobreza, los cuales se agravan con la corrupción, el despilfarro y la irracional violencia que estamos viviendo en la parte urbana y rural de nuestro país. Muchos de esos recursos terminaron dispersos, en obras inconclusas que en la sabiduría popular conocemos como elefantes blancos, o como botín de los politiqueros de todos los colores políticos en detrimento de otras obras mucho más necesarias y prioritarias para el bienestar y desarrollo de la población. Podemos afirmar que los recursos por regalías, pocos beneficios sociales, trajeron a las comunidades.
Ante semejante situación negativa y convencido de la obligación que tenemos las personas de enseñar con nuestro ejemplo de vida y tener cero tolerancia con la corrupción y el despilfarro de los recursos públicos que son sagrados, creo que los recursos provenientes de las regalías deben destinarse a obras de gran beneficio e impacto social y ambiental, como por ejemplo proyectos encaminados a obtener energía renovable, conservación de fuentes y suministro de agua potable, seguridad alimentaria, educación y salud, entre otras.
Es urgente y necesario el diseño y puesta en marcha de mecanismos de prevención, control, y seguimiento de cada peso que reciben los municipios y departamentos por regalías y demás recursos económicos del presupuesto nacional y sobre las prioridades en la inversión. En mi opinión, sería importante que la Contraloría General de la República, conjuntamente con la Procuraduría General de la Nación y el apoyo de las Naciones Unidas, diseñaran y desarrollaran un programa para esos efectos.
El estudio de la experiencia de Noruega en materia de utilización de los recursos económicos por regalías petroleras y del gas, podría ayudarnos en el propósito de darle un mejor uso a las regalías colombianas.
De antemano, anoto que las diferencias son muy marcadas, porque mientras el fondo soberano de Noruega, desde su creación en 1990, cerró el año 2023 con un capital equivalente a un billón y medio de dólares, constituyéndose en un sólido soporte para la economía y el bienestar social en ese país, en Colombia, en todos estos años de bonanza petrolera no tenemos ni un peso en un fondo público de reservas y, antes, por el contrario, hemos aumentado la deuda externa.
En esa tarea de un análisis comparativo en materia de regalías, nos puede ayudar mucho la Contraloría General de la República y los diversos medios de comunicación tanto a nivel regional como nacional.
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