Columnistas
Reflexión dominical
Los invito a caminar en este Domingo de Ramos y a dejarnos transformar por estos acontecimientos históricos de renovación, oración, comunión y participación en esta iglesia que quiere que caminemos juntos.
Por: Wiston Mosquera Moreno, pbro, vicario general de la Arquidiócesis de Cali.
Hoy la Iglesia da inicio a una semana cargada de gran significado espiritual para creyentes en Cristo Jesús, en todas las denominaciones cristianas, y el Domingo de Ramos es la apertura de esa semana, en la que, como miembros de la iglesia, nos unimos para conmemorar esa entrada triunfal, como rey, de Jesús en Jerusalén.
Todos los cristianos reconocemos por nuestra fe en esta procesión de hoy a un Jesús que es rey y que camina inexorablemente hacia su propia Pascua, que no es otra cosa que hacia su muerte y resurrección, él entra en Jerusalén como rey mesiánico, humilde y pacífico no con ínfulas de grandeza, pues es el siervo paciente del Señor.
Aun siendo Dios, se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz, por eso el Padre lo levantó sobre todo y esto le ha merecido la gloria de la resurrección, un nombre sublime y la adoración de todo el universo como Señor del tiempo y de la historia.
Hoy recorreremos nuestras calles con un verdadero sentido espiritual, entonando nuestros himnos al hijo de David, portando en nuestras manos no los ramos de olivo, pero sí nuestras plantas que servirán para ser sembradas en distintos lugares de nuestro territorio y contribuir con ello a la alentadora reforestación de nuestros cerros y laderas calcinadas por los pasados incendios forestales, que al retoñar nos recordarán siempre que la vida está por encima de la muerte y debemos cuidarla en todas sus manifestaciones.
Llegamos a esta fecha en el recorrido de una Cuaresma, que nos ha permitido escudriñar seguramente nuestro interior, nuestros nubarrones o nuestras tinieblas para ingresar en un camino de reparaciones personales, comunitarias y hasta ecológicas.
La lectura del evangelio o pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según San Marcos (14,1-47) que corresponde a este ciclo, nos introduce a una meditación profunda de los acontecimientos vividos por Jesús entre los contemporáneos de su tiempo para darnos a nosotros hombres y mujeres de ayer, de hoy y de siempre la salvación y ante todo nuestra filiación a Dios que es padre de todos.
En la pasión intervienen muchas personas, en las que se van manifestando los más bajos sentimientos y apasionamientos de quienes sentían que las palabras de Jesús desnudaban las maneras arcaicas de gobernar, pero también de interpretar el libro de la ley, por este motivo hoy al igual que ayer muchos siguen buscando por todos los medios las formas y artimañas para silenciar a Jesús y a quienes lo siguen.
Los invito a caminar en este Domingo de Ramos y a dejarnos transformar por estos acontecimientos históricos de renovación, oración, comunión y participación en esta iglesia que quiere que caminemos juntos. María, madre de los remedios, nos lleve siempre hasta su amadísimo hijo, Jesús, el Nazareno.