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¿Qué es preciso para ser feliz?
Cuando reces la Novena, o solo cuando estés junto a tu familia, recuérdales cuánto les amas, cuán feliz eres al tenerles y cuán valioso es comprender que este día y todos los días se celebra el amor.
“Un día una niñita se acercó
Mirándome a los ojos sonrió
Traía en la mano el lápiz y el papel
Tarea escolar para cumplir
Y preguntó sonriendo muy graciosa
¿Qué es preciso para ser feliz?”
Quizás usted entonó esta canción en el colegio alguna vez y tras cada renglón aplaudía un par de veces. Nos pasó a muchas y muchos en aquellos años maravillosos, en que no escuchábamos, como es debido, la letra que hoy se cuela en la memoria, al escribir justo para este día, en que el mundo católico celebra el Nacimiento del Niño Dios.
Recuerdo, entonces, que las respuestas a la pregunta de la chiquilla son tan simples como verdaderas, y que pueden ser aplicadas no solo para quienes creemos en Dios, pues trascienden cualquier religión, sino para entender la verdadera esencia que nos trajo a este mundo; esa que a veces embolatamos en el ajetreo de los días, en el correr por los triunfos, en la ambición o el egoísmo, pero sobre todo en los afanes angustiosos que nos produce llegar a una meta, abandonando todo lo que valió la pena para estar aquí.
La respuesta a la pregunta de la niña está en el amor: amar como Jesús amó, soñar como Jesús soñó, pensar como Jesús pensó, vivir como vivió Jesús… sentir lo que Jesús sentía, sonreír como Jesús sonreía y al llegar al fin del día, sé que dormiría mucho más feliz, dice la canción.
Hay tantas letras dedicadas al amor y, sin embargo, tanta ausencia de él en el mundo… Si lo hubiese en abundancia, no tendríamos guerras activas en distintos rincones del planeta, que parecen no tener fin; no habría muertes dolorosas como la del alcalde de Guachené el pasado viernes, o la balacera y el asesinato en el San Andresito del sur de Cali. Días difíciles, de los muchos que vivimos en Cali, en el Pacífico, en Colombia.
Venimos de semanas intensas, en busca del regalo, de la cena para la Nochebuena, de la fiesta, y, en muchos, pero muchos casos, del poder tener un plato qué compartir en familia. Vemos los semáforos más llenos de personas, que aguardan por la generosidad que aparece en esta época. Gente que quizás pasará esta noche ahí, esperando el milagro de la Navidad y poder volver a casa con algo más que en los días corrientes. Hay quienes se molestan con ello y prefieren ignorar la pobreza que nos estalla en la cara, en una ciudad, en un país, con tantas desigualdades como necesidades.
No se trata de reprochar o sembrar el rencor; nos hace daño, nos llena de un odio que va destruyendo por dentro, y es quizás una de las armas populistas más usadas por quienes creen que es así como se recogen votos y se gobierna. Se trata, más bien, de entender que el amar no es un acto exclusivo para vivir con quienes tenemos cerca; el verdadero amor es el que es capaz de despojarse y compartir, de servir sin esperar a cambio, de calmar el hambre a quien lo padece, de dar la mano, siempre; de abrazar, saludar, reconocer; de esperar en el amor. Y, sobre todo, ahorrar la palabra que duele frente a quienes nos ofenden. Hay tanto amor dentro de ti que puede funcionar como una coraza poderosa, que sane la herida y no devuelva la piedra.
Esta noche, cuando reces la Novena, o solo cuando estés junto a tu familia, si no practicas el catolicismo, recuérdales cuánto les amas, cuán feliz eres al tenerles y cuán valioso es comprender que este día y todos los días se celebra el amor. Y si es posible, pídele al benignísimo Dios de infinita caridad, que disponga nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente…
Amar, el camino más preciso para ser feliz. @pagope