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Que cese el fuego
Existen principios éticos universales e inherentes a la naturaleza humana, independientes del derecho positivo, que reclaman sobre esa tragedia nacional, despejar la bruma de verdades a medias y negación de hechos en la que se le envuelve, soslayando evidencias.
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6 de nov de 2025, 01:34 a. m.
Actualizado el 6 de nov de 2025, 01:34 a. m.
De ese llamado hace 40 años, pero no cesa del todo, porque como dice el refrán, donde hubo fuego cenizas quedan. Es la huella persistente del sangriento asalto al Palacio de Justicia perpetrado por el M19.
Existen principios éticos universales e inherentes a la naturaleza humana, independientes del derecho positivo, que reclaman sobre esa tragedia nacional, despejar la bruma de verdades a medias y negación de hechos en la que se le envuelve, soslayando evidencias. Ello aviva el dolor de lo sucedido y desconcierta que victimarios, por obra y gracia de la suerte, prosperan y se exhiben con cinismo, cual héroes de un acto criminal, agraviando una vez más a las víctimas y a la justicia.
Gustavo Petro asalta la verdad en recientes trinos (en X) al asegurar que, ningún magistrado recibió disparos provenientes de las armas del M19, entre ellos el doctor Manuel Gaona Cruz, y que este era amigo del guerrillero Andrés Almarales, para tender dudas. Contrario a su dicho, diversas fuentes, estudios y testimonios de quienes estuvieron en el lugar en los últimos momentos del holocausto, son pruebas fehacientes de que no es cierto. Muchas personas inermes murieron por la acción directa de los guerrilleros que los arrodillaron y sometieron.
La responsabilidad en la llamada retoma del Palacio por el ejército y las desapariciones, merecedora del repudio y procesos judiciales, no exculpa, ni borra el asesinato de magistrados, funcionarios y civiles por el M19. Menos aún, cuando no mostró arrepentimiento, ni por ese ataque, ni por otros como el secuestro y asesinato del sindicalista José Raquel Mercado, luego de publicar su imagen en cautiverio junto a la espada de Bolívar.
El indulto y la amnistía, primero, y después el perdón total a los debilitados autores materiales e intelectuales del M19, concedidos en dos gobiernos, fueron beneficios sin exigencias que dejaron sin efecto imputaciones judiciales, pero no sanaron las heridas. Y las narrativas amañadas no han logrado borrar las actuaciones de aquellos, por lo que, en cambio, el clamor ahora es que no se revictimice a las víctimas, ni se ofenda la inteligencia y memoria del país.
Asombra que el presidente de Colombia, no solo abandere con orgullo ese grupo que no se responsabiliza de su asalto al Palacio - a sangre y fuego con armas de alto poder - ni del posible apoyo financiero del cartel de Medellín, sino que increíblemente, haya llegado a calificar (según Blue Radio) la toma del Palacio, como ‘una genialidad’ del M19. Es un exabrupto demencial y una torpeza, algo que caracterizó a sus militantes y se mantiene en quien no desmovilizó su espíritu.
Confirmado ese desvío en cabeza del Ejecutivo y la realidad nacional, se entiende y fuerza unirse al llamado del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Octavio Augusto Tejeiro, cuando dice: Hoy, las palabras del entonces Presidente de la Corte, magistrado Alfonso Reyes Echandía, cobran más relevancia que nunca: “Que cese el fuego”.
Hay que recordarlas todos los días, advierte el magistrado, para que cese la desinformación, las descalificaciones a la justicia y las agresiones entre unos y otros. Como bien lo afirma, esas amenazas crean desconfianza en las instituciones judiciales y con ello, se les deslegitima. Nuestro deber es no olvidar la historia para no repetirla, e impedir que se lesione a la sociedad y se desmorone la democracia.
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