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Propósitos ¿inocentes?

La seguridad mejoraría con más vigilancia por parte de las autoridades, y con mejor educación a sus habitantes para transformarlos en ciudadanos que colaboran con ellas, y con un cuerpo de guardias municipales...

28 de diciembre de 2023 Por: Benjamin Barney Caldas
Benjamin Barney Caldas

Lo mejor de Cali es sin duda su sabroso clima (tan agradable que la gente se queja apenas varía unos grados o llueve) además de su marcado relieve y su exuberante y bella vegetación, y si se le agregara una mejor educación cívica y más control y seguridad, sin duda volvería a ser la ‘Sultana del Valle’. Y además de sus apelativos de Sucursal del Cielo, Capital Mundial de la Salsa y Ciudad Deportiva de América, se sumaría el de Ciudad del Futuro de frente al cambio climático.

La vegetación habría que incrementarla según el clima y relieve, procurar información para que se sepa que sembrar en antejardines y jardines, y que las autoridades lo controlen, y que los solares vuelvan a ser vergeles y huertos caseros. Ampliar y regularizar los andenes y arborizarlos sin comprometer la seguridad de las vías; y más árboles en parques, zonas verdes y cerros, y que los lotes se cierren con rejas y en ellos matas y arbustos y pintadas ‘verdes’ en los muros del fondo.

El clima mejoraría con más vegetación tanto en los espacios urbanos públicos como en las viviendas, y en los sitios más altos de la ciudad serían aún más frescas; y que se use más la iluminación y climatización naturales, y controlar por parte de las autoridades que las nuevas edificaciones sean autosostenibles. Más vegetación y mucho mejor clima podría redundar en más seguridad al disminuir los conflictos entre los peatones y los atarbanes a pie, en carro o moto.

El relieve y la vegetación son lo que permite los bellos y característicos paisajes que rodean la ciudad: un amplio valle y alta cordillera coronada por farallones; y además aprovechable para hacer hidroeléctricas pequeñas en los seis ríos que atraviesan la ciudad, las que a su vez serían parques al localizarlas en las faldas de la cordillera, impidiendo las inundaciones tan frecuentes en las calles de su parte baja cuando llueve mucho, y que sea posible agregar allí algunas minihidroeléctricas.

La seguridad mejoraría con más vigilancia por parte de las autoridades, y con mejor educación a sus habitantes para transformarlos en ciudadanos que colaboran con ellas, y con un cuerpo de guardias municipales que colabore con la Policía, considerando que Cali cuenta con mucho menos de los 300 policías por cada 100.000 habitantes que recomienda la ONU. Y sin duda utilizar la inteligencia artificial, IA, para vigilar permanentemente todos los espacios urbanos públicos.

El control de la ciudad se lograría con una educación cívica pertinente que reduzca la corrupción, en todos su niveles, a su ‘mínima expresión’, pues junto con el clientelismo, la ignorancia, el individualismo y la carencia de autoridad, llevan a la falta de civismo, intolerancia, fealdad, ruido ajeno, accidentes, robos y atracos; todo aumentado por el narcotráfico y de ahí lo pertinente de despenalizar el consumo de drogas y tratar la drogadicción como un problema de salud pública.

Por supuesto muchos creerán que estos propósitos son solo inocentes utopías propias de cada 28 de diciembre, pero se los invita a que mejor las piensen en el sentido que les da Eduardo Galeano: metas en el horizonte que se alejan a medida que nos acercamos a ellas. Que reflexionar sobre lo dicho es parte de una mejor educación; que hay que educar primero a los educadores para que formen ciudadanos que elijan políticos más y mejor educados, como ya comenzó a pasar.

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