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Opinión

Presidente: ¡Otro campanazo de alerta!

En vez de ver enemigos y conspiraciones en cada una de las críticas a su gobierno, el presidente Petro debería entender –ahora que aún está a tiempo– que es tiempo de dar giros...

5 de junio de 2023 Por: Fernando Posada
Fernando Posada
Fernando Posada | Foto: El País

La presidencia de Gustavo Petro tuvo la más corta ‘luna de miel’ vista en muchos años en Colombia. Su pelea casi inmediata con los partidos que conformaron la coalición de gobierno y la soberbia de su administración frente a la reforma a la salud han desgastado en tiempo récord los ánimos de unidad que algunos alcanzaron a vaticinar luego de su elección.

De la expectativa de que Petro se convirtiera en un presidente buscador de diálogo y consensos con diferentes sectores queda apenas el recuerdo. En cada uno de los permanentes enfrentamientos que ha decidido dar el presidente, se asoma más la imagen del Petro alcalde de Bogotá que la del ‘nuevo’ Petro que muchos de sus defensores promocionaban en campaña. Lejos de aprender las lecciones que arrojó su paso por la alcaldía de la capital, Petro parece repetir varias escenas bien conocidas: mucha polémica, mucha pelea, mucha improvisación, pocos resultados y poca administración. El problema es que él, en su plena convicción, sigue creyendo que lideró una alcaldía impecable y que lejos de aprender de esos errores, se trata de éxitos que debe repetir en su presidencia.

Un elemento que definió su alcaldía hoy se repite a nivel nacional: la pérdida precipitada de su popularidad. Hace pocos días la desaprobación del presidente alcanzó el 59,3% en apenas nueve meses de gobierno, según la más reciente encuesta de Invamer, mostrando una clara tendencia en la caída de su imagen favorable que todas las encuestas recientes corroboran. A lo anterior hay que sumar otra cifra revelada por esa encuesta que demuestra que los ánimos del país pasan por un momento crítico: el 70% de los encuestados creen que Colombia va por un mal camino.

Todo esto debería ser un campanazo de alerta para el gobierno, sobre todo por el principal significado de esos números: que por el tamaño de la inconformidad, no solo se trata de los sectores políticos que no votaron por Petro, sino también de un creciente número de ciudadanos que creyeron en su proyecto, pero que hoy desaprueban muchas decisiones de su administración. En vez de ver enemigos y conspiraciones en cada una de las críticas a su gobierno, el presidente Petro debería entender –ahora que aún está a tiempo– que es tiempo de dar giros en la temporada de cierre de su primer año de mandato. Y lejos de verlo como una derrota, se trata de algo que todos los gobiernos hacen luego de sus primeros meses en el poder: reevaluar decisiones y replantear estrategias.

El actual camino de manejo de crisis por parte del gobierno no es sostenible. Mientras el presidente siga decidido a dar peleas contra los medios, las cortes y los partidos de su propia coalición será imposible que crezca en popularidad y que construya reformas que beneficien al país entero. Que el presidente vea enemigos en todos sus críticos –incluso cuando tantos de ellos hace poco lo apoyaron–es el final de todas las opciones de diálogo y la imagen viva de un gobierno que cada vez se encierra más.

Es ahora cuando el presidente Petro más debería esforzarse por reconstruir la coalición de gobierno y discutir sus reformas con todos los sectores políticos, lejos del dogmatismo actual, si realmente busca pasar a la historia como el estadista que quiere ser. El problema es que sigue empeñándose en hacer todo lo contrario.

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