Columnistas
Para Alfredo Arias
Más que pedirle un largo invicto como el que usted logró en ese tiempo con el Cali, lo que los hinchas le pedimos es que pueda transmitirles a los jugadores un poco de esa pasión que usted demuestra ...
Profe, lo primero que quiero decirle es que me conmovieron mucho sus palabras cuando volvió a aterrizar en Cali hace unos días. Y más aún sus expresiones enérgicas y su alegría, como la de un niño a punto de estrenar un juguete. Muchos pensarán, de pronto, que está usted loco por llegar con tanta buena vibra e ilusión a un equipo que en este momento sufre todos los males posibles, y solo por eso, ya hay mucho por agradecerle.
Agradecimiento. Esa es una de las palabras más bonitas que pueden existir. Estar agradecido con un lugar o con alguien es formar un vínculo sagrado ligado a los buenos recuerdos, a esos instantes que uno rememora con cariño por el resto de la vida. Y tal y como usted lo expresó, en el 2020, dirigiendo al Deportivo Cali, a usted le tocó vivir la incierta y dura pandemia del Covid en la soledad de un apartamento, lejos de su esposa y de las canchas, mientras el mundo le buscaba solución a algo que nos asustaba a todos.
Y fue allí cuando muchas personas del equipo verde le mostraron su cariño y, como usted mismo lo mencionó, lo cuidaron. Ahora, paradójicamente, quien necesita cuidado y, sobre todo, mucha entrega y paciencia, es este Deportivo Cali sumido desde hace tres años en sus propias tinieblas, olvidando su historia y su buen juego.
De su primer ciclo con el Cali, me acuerdo precisamente de eso, de lo bien que llegó a jugar el equipo en algunos pasajes, de la vocación ofensiva que mostraba, de los canteranos que puso a jugar y de lo bien que se llegó a competir en determinados momentos de ese extraño 2020, a pesar de no haber podido lograr el objetivo de levantar un título.
Ahora, más que pedirle un largo invicto como el que usted logró en ese tiempo con el Cali (19 fechas), o un trofeo, lo que los hinchas le pedimos es que pueda transmitirles a los jugadores un poco (ojalá mucho) de esa pasión que usted demuestra más allá de si gana, pierde o empata. Porque a usted le pueden criticar muchas cosas, entre ellas algunas derrotas en instancias definitivas, pero jamás el amor por el fútbol y su profesión.
En el azar de la vida resulta imposible ganar siempre, pero queremos, al menos, volver a ver a un Cali que compita con dignidad, que no se caiga cuando recibe un gol y que busque corresponder a esos fanáticos que han llenado el estadio en los peores momentos de esta película de terror que hemos vivido.
Profe, le agradezco por querer volver en este momento. Ojalá que con usted el equipo pueda salir del hueco y recuperar el fuego sagrado que necesitamos para volver a creer. No es fácil, pero está demostrado que, con agradecimiento y amor, todo es posible.
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