Columnista
Oiga, mire, lea y cante
Nos queda mucho tema por cantar y compositores por relatar, pero sin duda, cada pieza escrita por los grandes de la salsa es un testimonio de nuestra identidad.
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14 de sept de 2025, 01:37 a. m.
Actualizado el 14 de sept de 2025, 01:37 a. m.
Era un viernes social, de esos que Cali y su cultura saben regalar. El Festival Oiga, Mire, Lea cerraba su tercer día con una invitada de honor: la salsa y las grandes composiciones que han nutrido un libro cantado de nuestra América: de sus costumbres y desarraigos, de sus amores y desencuentros, de sus bodas y entierros, de sus denuncias, de la vida rural y también de los barrios y las esquinas.
Para hablar de ello, seis de sus grandes protagonistas: Tite Curet Alonso, Roberto Angleró, Rubén Blades, Ramón Rodríguez, José Lebrón y Jairo Varela, evocados en una charla conducida por el periodista y escritor Gerardo Quintero, junto a Carlos Ospina, Mauricio Casanova, Alejandro Aguirre y quien les escribe.
El viaje inició con Plantación adentro, camará, y el prolífico aporte de Tite Curet, quien tiene en su haber más de dos mil composiciones que relatan las vivencias de un pueblo humilde: esos entierros de mi pobre gente pobre, donde las flores son de papel y las lágrimas de verdad; el Juan Albañil que sueña con el día de la igualdad; las caras lindas de mi gente negra; el lamento de Concepción y ese amor que es un periódico de ayer.
A su lado, Roberto Angleró, excombatiente de la guerra en Corea, se inmortalizó con el bolero La Pared (con más de 60 versiones) y se preguntó en uno de sus temas qué pasaría si Dios fuera negro, mi compay. El mismo que convirtió ‘Las hojas blancas’ en un éxito, y que sentenció que la boda de ella tenía que ser la mejor.
También estuvo ‘presente’ Ramón Rodríguez, quien con su Conjunto Clásico le cantó al desarraigo en ese ‘ay, qué pena me dio, cuando los Rodríguez se fueron’, que Cali hizo suyo; así como a la vida del campesino que amanece en La Romana, al Solitario, al Piragüero y a la Señora Ley.
Mientras todo ello ocurría, cinco hermanos construían otra leyenda: Los Lebrón, que nos regalaron frases eternas de la salsa, como por cada risa hay diez lágrimas, la pelea y el bochinche no me hacen falta, sin negro no hay guaguancó, la temperatura sube, sube, o se está acabando el mundo, me supongo. Detrás de ellas, José Lebrón, el que se atribuye el bautizo de ‘salsa’ como género al surgimiento de Salsa y Control, y quien denunció el racismo y los abusos de la Fania.
Un capítulo especial mereció el álbum Siembra, de Willie Colón y Rubén Blades. La salsa consciente que allí se consolidó fue un hito en la música latina, no solo por ser el disco más vendido, sino por su aporte con canciones como Plástico, Pedro Navaja, Buscando Guayaba y la misma Siembra, que dio nombre a esta obra magistral. Muchos años después, Rubén Blades, a sus 77 años, sigue vigente y reflexivo, recordándonos en Amor y Control que familia es familia, y cariño es cariño.
Merecería muchas más líneas Rubén, como también el último en mencionar: Jairo Varela y su legado con el Grupo Niche, Cali Pachanguero, nuestro himno popular; Ana Milé, Cali Ají, Mi Pueblo Natal, Mi Valle del Cauca, Buenaventura y Caney... En la noche del viernes se recordó de manera especial ‘A prueba de fuego’, escrita en la cárcel, entre visitas y llamadas, con decenas de correcciones y el perfeccionismo que siempre lo acompañó.
Nos queda mucho tema por cantar y compositores por relatar, pero sin duda, cada pieza escrita por los grandes de la salsa es un testimonio de nuestra identidad. En sus letras se condensan las alegrías y dolores compartidos de un continente entero, y juntos conforman la banda sonora de esta ciudad y la gran partitura de nuestra Maestra Vida, camará. @pagope

Comunicadora Social - Periodista y Docente de la Universidad Autónoma de Occidente. Caleñísima. Con 26 años de experiencia en una sala de redacción. Entiende el periodismo como una pasión, pero sobre todo, como una manera de transformar y servir a la sociedad. Ciudad, paz, género y niñez, los temas que le apasionan.
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