Columnistas

Nada en exceso

“... una ciudad muy poblada, rara vez, si es que nunca, puede ser bien gobernada”.

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

Benjamin Barney Caldas
Benjamín Barney Caldas. | Foto: El País

18 de sept de 2025, 02:59 a. m.

Actualizado el 18 de sept de 2025, 03:00 a. m.

Recuerda Kirkpatrick Sale en el prólogo de la reciente reedición del libro de Leopold Kohr, El desmoronamiento de las naciones, 1957, que había leído en Size and Democracy, 1973, de Dahl y Tufte, que Kohr afirmaba que: “Donde quiera que algo está mal, algo es demasiado grande”, lo que igual aplica a las ciudades, las que Kohr menciona varias veces en su actualmente muy pertinente libro; y en el que menciona que ya Aristóteles había advertido que “el tamaño de los Estados tiene un límite, como lo tienen otras cosas, plantas, animales, implementos [y que] una gran ciudad no debe confundirse con una populosa [y que] una ciudad muy poblada rara vez, si es que nunca, puede ser bien gobernada” (p. 117).

Refiriéndose a la acumulación crítica del poder en los Estados, generando dominación, agresión y guerras, Kohr señala que “es peligroso porque, mientras el poder policial puede controlarlo, posee el volumen crítico para que, en la medida en que nos salve de las atrocidades populares, nos presente las atrocidades más sutiles de un Estado policial en su lugar” y, como él dice: “las ciudades pueden constituir ya tales unidades crecidas” (p. 100). A 2025 las hay más grandes que un país pequeño: Tokio con 37 millones de habitantes; Delhi, más de 31; Shanghái, casi 28. Sao Paulo y Ciudad de México 22; Buenos Aires más de 15, Bogotá más de 8; Medellín y Cali casi 3; Barranquilla y Cartagena casi 2.

Respecto a los Estados, advierte Kohr que la respuesta a un poder colectivo de peligrosas dimensiones “no es el aumento del poder policial, sino la reducción del tamaño social” (p. 77) lo que igual aplica a las grandes ciudades, aunque desde luego a otra escala, por lo que lo más indicado sea dividirlas en varias ciudades dentro de la ciudad, de tamaño similar, y considerando que serían más adecuadas frente al cambio climático, ya que son las mayores productoras de gases de efecto invernadero, y para la seguridad en ellas, pues serían más fáciles de controlar contando con la ayuda de sus vecinos.

Pero igual que lo que indica Kohr, respecto a una casa, en el sentido de que “el área utilizable [en ella] se incrementa no mediante […] la unificación, sino por la división del espacio habitable” (p. 151) las ciudades dentro de la ciudad hay que dividirlas en unos cuantos sectores, estos en barrios, estos en supermanzanas de tránsito local, estas en vecindarios y estos, por último, en sus varias calles. Tal como él lo afirma: “En los barrios todo se convierte en parte de nuestra experiencia personal” (p. 179) pero que nos induce a ser ciudadanos que hacen parte fundamental de unas “ciudades cuyo principio de buena administración las obliga a dividirse en distritos.” (p. 276).

Por otro lado, es fácilmente comprobable que: “En un Estado pequeño, la democracia se afirmará, por regla general” (p. 163) y que “como verdaderos demócratas no deberíamos tener en mente más que el gobierno de, para y por el individuo” (p. 166), ya que “el ciudadano de los Estados pequeños [o de las ciudades muy grandes] tiene una dignidad personal mucho mayor, que no representa, como lo hace, una infinita parte pequeña de la soberanía estatal, sino una proporción que puede afirmarse desafiantemente” (p. 170). En conclusión, tanto en los Estados como en sus ciudades, nada en exceso, como bien se advierte desde el siglo IV a.EC. en el Oráculo de Delfos.

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Cali en Univalle, la San Buenaventura y la Javeriana, y en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y continua siéndolo en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en El País desde 1998.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Columnistas