Columnista
Mucha historia, poca geografía
Hoy la ciudad de Jerusalén, capital del Estado de Israel, urbe en la que se respira absoluta libertad de cultos, es destino de millones de peregrinos de todas las confesiones religiosas.
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5 de nov de 2025, 03:52 a. m.
Actualizado el 5 de nov de 2025, 03:52 a. m.
Jerusalén. Es muy temprano en la mañana. Poca gente en la explanada de las mezquitas sobre la cual se levantan el Domo de la Roca, la que con su cúpula dorada es quizás las más conocida imagen de la ciudad y la mezquita de Al-Aqsa, con su cúpula gris, aunque debería ser plata. Día perfecto para tomar fotos y selfis en un lugar que suele estar abarrotado de turistas o de feligreses musulmanes a las horas de la oración.
Los musulmanes conocen este sitio como ‘Haram al Sharif’, el ‘santuario noble’. Para los judíos es ‘Har Habait’, el ‘monte del templo’. De acuerdo con la tradición judía, en este lugar quedaba el templo sagrado, construido el primero por el Rey Salomón en el Siglo IX aC y el segundo en el siglo Viac, reconstruido en su máximo esplendor por Herodes el Grande durante el primer siglo de la era común. El templo fue destruido y saqueado de sus tesoros por los romanos en el año 70, que en su lugar levantaron un santuario al Dios Júpiter. La imagen de ese evento quedó registrada en el arco del General Tito, el cual se puede visitar en el foro romano.
Los conquistadores árabes llegaron a Jerusalén en el año 638 dC bajo el Califa Omar, pocos años después del nacimiento del Islam en Arabia y construyeron en el mismo lugar donde quedaba el templo judío, la mezquita de Al-Aqsa en referencia al lugar desde el cual el profeta Mahoma ascendió al cielo. Cinco décadas después, la dinastía Omeya construía el Domo de la Roca, en cuyo interior está la ‘piedra fundacional’ sagrada para las tres religiones monoteístas, aquella donde Abraham fue a sacrificar a su hijo Isaac y Mahoma realizó su mítico ascenso a los cielos. ‘Inundación de Al-Aqsa’ es el nombre que le dio Hamás a su salvaje ataque a Israel el 7/10/2023.
A la explanada subimos a través de un túnel de madera, bastante feo, por cierto, cosas de la seguridad, desde la plaza del Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado del judaísmo. El muro corresponde al único vestigio visible del Templo, aunque excavaciones que se están llevando a cabo en las profundidades están revelando nuevos y más.
Fue a través de las calles de la ciudad de Jerusalén, entonces capital del Reino Judío, por las que Jesús de Nazaret fue conducido por la Vía Dolorosa al Calvario y posteriormente su cuerpo bajado de la cruz en donde hoy se levanta la basílica del Santo Sepulcro a escasos 900 metros del Muro de los Lamentos.
Mucha historia y poca geografía caracterizan esta ciudad, uno de los focos del conflicto palestino-israelí, que de acercarse algún día a una solución requerirá altas dosis de imaginación y compromisos. Ya en el año 2000, queriendo sellar la paz definitiva con los palestinos, Israel había aceptado la fórmula propuesta por el presidente Clinton en la que los barrios árabes de Jerusalén serían la capital del futuro Estado palestino, propuesta rechazada de plano por el líder palestino Yasser Arafat. Reconocer a Israel como el Estado-nación del pueblo judío, conviviendo al lado del Estado palestino, ha sido anatema para los líderes palestinos.
Hoy la ciudad de Jerusalén, capital del Estado de Israel, urbe en la que se respira absoluta libertad de cultos, es destino de millones de peregrinos de todas las confesiones religiosas.
Bajamos de la explanada de las mezquitas a las estrechas callejuelas de la ciudad vieja de Jerusalén, dividida en cuatro barrios: judío, armenio, árabe y cristiano, cada uno con sus distintivos mercados vendiendo artesanías propias y gran cantidad de productos chinos. Jerusalén de oro dice la canción.

Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Analista internacional para varios medios en Colombia y el exterior. Colaborador y columnista de El País desde el 2001.
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