Columnistas
Me voy con el impreso
Han sido 30 años de opinar libremente que agradezco, porque además me permitieron mantener, desde la distancia, un contacto permanente con Cali.
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19 de sept de 2025, 03:43 a. m.
Actualizado el 19 de sept de 2025, 03:45 a. m.
Estamos a pocos días de tener entre las manos un último ejemplar físico, en papel y tinta de El País entre semana. Pronto el impreso dejará de circular de lunes a viernes, después de más de 75 años. Creo que tuve la suerte de alcanzar a ver publicada en papel y tinta, esta, mi última columna. Ahora puedo decir: me voy con el impreso.
El fin del impreso diario es también el adiós a una época, a una manera de entender los medios de comunicación en su sentido fundamental de informar con rigor y objetividad, de construir pensamiento y opinión con disensos, de invitar a la reflexión y a la difusión libre de ideas y propósitos.
No se trata de un simple cambio de formato, una transición a la versión digital por razones económicas, no. El paso que da el nuevo dueño, el empresario dominicano Eduardo Hernández, tiene significado. Lo entiendo como una manera de iniciar la lenta agonía de un proyecto periodístico que batalló para existir durante más de siete décadas como referente en el suroccidente colombiano.
Empieza a caminar también en Cali, la tendencia generalizada en el mundo de empresarios adquiriendo medios para instrumentalizarlos con fines económicos, políticos o ideológicos y El País quedó atrapado en ese destino. Seremos testigos de su paulatina migración hacia un negocio de tecnología de la información con fines lucrativos con miles de lectores y suscriptores acumulados que han buscado estar informados.
La apuesta del empresario Hernández con su adquisición no tiene nada que ver con la supervivencia del medio periodístico como tal, atado a su esencia, como es la libertad de expresión y la información con rigor y seriedad que se requiere para acceder a la verdad y al conocimiento, lo que hace a los medios irremplazables en las sociedades democráticas.
El derrotero empresarial es otro y se hizo más que evidente en el foro promovido por El País sobre los datos abiertos y la contratación pública en el que el nuevo propietario hizo de anfitrión con su verdadero traje de fundador y propietario de la empresa IbiDs, un emprendimiento tecnológico para acceder a las licitaciones públicas-, probada con éxito en su país y que busca arraigar en Colombia donde El País forma parte integral de la estrategia. Está bien, pero eso no tiene nada que ver con la misión de un medio de comunicación cuyo compromiso es con la sociedad y no con los intereses particulares.
Estoy convencida de que el coctel de política, ideología y negocios y ahora inteligencia artificial como el nuevo ingrediente que ronda las salas de redacción, es letal; una amenaza para la supervivencia del periodismo, el más bello de los oficios a decir de Albert Camus al recibir el Premio Nobel, sin imaginarse la hecatombe que estaba por llegar medio siglo después.
Con mi retiro como columnista siento que honró la memoria y las convicciones compartidas con Gerardo Bedoya Borrero, tristemente asesinado el 20 de marzo de 1997, quien como editor de opinión y con Rodrigo Lloreda en la dirección del periódico, me invitó a escribir la columna semanal que bautizamos Sagitario. Han sido 30 años de opinar libremente que agradezco, porque además me permitieron mantener, desde la distancia, un contacto permanente con Cali, el Valle; con el terruño y mis paisanos; un arraigo, al que le debemos buena parte de lo que somos.
Profesional en Filosofía y letras en la U de los Andes. Periodista durante 25 años. Ha sido directora de noticias del Noticiero Nacional, Canal RCN y de las revista Cambio, Cromos y El Espectador. Ha ganado tres Premios de periodismo Simón Bolívar y el Premio Alfonso Bonilla Aragon. Escribe para El País desde el año 2005 con la cual ganó en el año 2008 el Premio Rodrigo Lloreda Caicedo a la mejor columna.