Columnistas
Hotelería y turismo sostenibles
Este había anunciado el propósito de convertir la hostelería y el turismo en motor del crecimiento económico, pero no ha hecho nada para lograrlo.
La agremiación hotelera regional, Cotelvalle, presentó el informe sobre ocupación del sector en los tres primeros meses del año. Se trata de cifras preocupantes que develan un descenso marcado de actividades, el cual se extendió a las semanas siguientes.
Durante el trimestre, la utilización de los establecimientos disminuyó un 7,5%; las tarifas cobradas a los clientes bajaron casi el 30% en promedio y los visitantes decrecieron el 13,94% en comparación con los registrados el año anterior. Sobre ese último aspecto, cabe señalar que, si bien el número de usuarios provenientes del extranjero aumentó, ese incremento no compensa la marcada disminución de los nacionales.
El hecho es que la continuidad de los indicadores mencionados podría ser catastrófica para una actividad distinguida por su aporte a la generación de empleo no calificado y por dinamizar otros servicios incluyendo la gastronomía y restauración, las visitas guiadas, espectáculos, recorridos culturales, etc.
Afortunadamente, desde la iniciación de sus mandatos tanto el alcalde Alejandro Eder como la gobernadora Dilian Francisca Toro sumaron esfuerzos logrando que se designara a Cali como sede del COP16, uno de los más importantes eventos de la agenda internacional. Para concretar su cometido y atraer otras actividades tuvieron el concurso eficaz de sus secretarios de Turismo, Mabel Lara y Julián Franco, además de la contribución de Cotelvalle, su junta directiva y su director regional, Óscar Guzmán.
Esperamos así un segundo semestre excepcional en la demanda de servicios hoteleros y turísticos ya que además del COP16 tomarán lugar otros acontecimientos como el Mundial de Futbol Sub 20, el Mundial de Salsa y el Festival Petronio Álvarez. Según ha trascendido la sola COP con sus doce mil participantes significará ingresos por más de treinta millones de dólares, mientras la ocupación hotelera de Cali y municipios vecinos superaría el 90 %.
Tenemos confianza en que al cierre del ejercicio anual puedan cambiar para bien las cifras iniciales del año, y se proyecten al futuro gracias a las creativas agendas impulsadas por un sector público regional aliado de las organizaciones gremiales y operadores del sector.
Y es que la sostenibilidad hotelera y turística requiere de una coordinación público privada estrecha para materializar el apoyo a los distintos eslabones de la cadena, el diseño de circuitos culturales y ambientales, el mejoramiento de la infraestructura, la atracción de eventos y poblaciones visitantes.
Llegados a este punto, es necesario indicar que la gestión de algunas de las variables relacionadas con estos asuntos corresponde al Gobierno Nacional. Este había anunciado el propósito de convertir la hostelería y el turismo en motor del crecimiento económico, pero no ha hecho nada para lograrlo. El desafío que queda para hacer posible la añorada sostenibilidad, es persuadir a ese ejecutivo olvidadizo de que debe garantizar la seguridad de los ciudadanos y también de los visitantes en los sensibles entornos hoteleros; no castigar a los habitantes nacionales con un IVA que les impide ejercer el derecho a viajar, alojarse y conocer su propio país; no seguir entrabando la flexibilidad laboral, condición universal de la actividad hotelera y perseguir la informalidad que es sinónimo de mala calidad.