Columnista
Hasta pronto, Mariano querido
Era el centro de atención en los paliques y condumios, mezclando su humor inteligente con el yo sé quién sabe lo que usted no sabe y ahí desarmaba a todo el mundo.
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17 de oct de 2025, 01:26 a. m.
Actualizado el 17 de oct de 2025, 01:26 a. m.
Nos ha dolido mucho la muerte de Mariano Ramos Giraldo, un caleño de pura cepa, de esos que ya no quedan. Amable, afable, simpático, siempre tenía una sonrisa a flor de piel y era una verdadera fiesta entablar con él una conversación del tema que fuera.
Supo vivir la vida y de qué manera, Mariano daba cátedra en esos menesteres hablando con la voz de la experiencia.
Si era de política, se trataba de un liberal del Pantano de Vargas que no cedía ni un ápice a sus convicciones por más duros que fueran sus ocasionales contrincantes. Si era de negocios, esa especie de Rey Midas ostentaba un olfato que nunca le traicionó.
Y si se trataba de anécdotas y comentarios para mayores, ahí si ganaba todas las partidas porque acumuló cualquier cantidad de historias -que no cuentos- con pelos y señales porque se sabía la petite historie de toda esta ciudad y conocía como el que más los chismes familiares más recónditos de la parroquia, todo dentro de un gran respeto, pero con algo de perversidad.
De amplia sonrisa y sonora carcajada, no pasaba desapercibido en cualquier escenario y gracias a su envidiada envergadura, era el centro de atención en los paliques y condumios, mezclando su humor inteligente con el yo sé quién sabe lo que usted no sabe y ahí desarmaba a todo el mundo.
Quienes somos contertulios de ese Templo del Saber que nos reúne desde hace varias décadas le vamos a extrañar porque se nos quedaron muchas, muchas cosas por saber y aprender y qué bueno sería hacer una recopilación de todas esas anécdotas que nos hace falta conocer para entender nuestra verdadera idiosincrasia.
De una buenamosura envidiable que dejaba boquiabiertas a más de una, parecía sacado de las célebres películas de los 60 y a fe que lo hacía muy bien.
Gustaba de la buena mesa y cuando uno no sabía qué pedir, le preguntaba al maître “¿Qué ordenó hoy don Mariano?” Y eso pedía así fueran espaguetis con pollo. Buen jugador, sin excesos, ganaba o perdía en medio de la cordialidad de la amistad.
Generoso en exceso, en alguna oportunidad una ejecutiva que estaba dando sus pinitos en un banco, le chocó su milloneta y al verla tan atribulada, le dijo “Váyase tranquila mijita, no me debe nada”.
Mariano era nieto de don Mariano Ramos, político y empresario muy famoso en la primera mitad del siglo pasado, fundador, entre otras actividades de las Pastas Alimenticias La Espiga de Oro y algo le quedó de su abuelo, sobre todo en lo que concierne al oro.
Ah y me olvidaba de los defectos de Marianito que seguramente fueron muchos, pero esa tarea dejémosela a sus malquerientes que como son tan poquitos que nunca se conocerán.
A Marta Inés y a sus hijos un abrazo fraterno. ¡Se nos fue un grande!
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Posdata. Yo hablo bien de Cali. ¡Hazlo tú también!
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Posdata 2. Nos unimos o nos jodimos
Administrador de Empresas, Abogado y periodista por vocación. Director y fundador de MF Publicidad Mercadeo Limitada, al igual que de los programas Mario Fernando Piano y Oye Cali. Galardonado en dos oportunidades con el premio Simón Bolívar de periodismo. Escribe para El País hace más de 40 años.