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Gabriela Weiner
Hoy quiero contarles que dicha admiración se ha ampliado y renovado gracias a la lectura de Atusparia, una de las novelas de la escritora limeña...

20 de jun de 2025, 03:22 a. m.
Actualizado el 20 de jun de 2025, 03:22 a. m.
Mi admiración por la literatura peruana es antigua. Comenzó en mi adolescencia cuando leí por primera vez ‘La ciudad y los perros’ de Mario Vargas Llosa. La novela que estremeció mi imaginación, que fue el disparo de salida del llamado Boom latinoamericano, acuñado en Barcelona por la legendaria Carmen Balcells, y en el que tanto el peruano como Gabriel García Márquez fueron las figuras centrales. De hecho, son los únicos escritores de dicho colectivo que obtuvieron el premio Nobel de literatura.
Hoy quiero contarles que dicha admiración se ha ampliado y renovado gracias a la lectura de Atusparia, una de las novelas de la escritora limeña Gabriela Weiner. Admiración causada en primer lugar por el estilo, en el que la crudeza y la contundencia no están reñidas con la ironía y un humor que con frecuencia se convierte en negro.
En segundo lugar, por el coraje y el desparpajo con los que su autora asume el relato de su propia vida, tal y como anticipa una de las citas con las que abre el libro: “No se puede huir de la forma en que se aprende a conocer el mundo”. Aunque es de Daniela Catrileo, resume muy bien el propósito al que responde la obra: narrar su vida a partir del momento en el que la misma fue modelada decisivamente por los años de formación en Atusparia, un colegio de Lima tan atípico como su nombre. El de un líder indígena peruano que protagonizó en el Siglo XIX una más de las rebeliones fallidas de las que desgraciadamente está llena la historia del Perú.
Pero también es atípico porque era el colegio de una cooperativa de profesores seguidores del pensamiento de José Carlos Mariategui, patrocinado por un sindicato de pescadores rusos que faenaban en las aguas peruanas de la riquísima corriente de Humboldt, en los tiempos del gobierno de Velasco Alvarado.
El general que intentó romper el círculo vicioso del subdesarrollo y también fracasó. Habría podido decir con Bolívar, otro general: “Sembré en el mar, aré en el desierto”. He aquí otro de los motivos por los que esta novela es memorable: porque relata descarnadamente la historia de los sucesivos fracasos de la izquierda y de los movimientos populares desde los días del general Velasco Alvarado hasta el triunfo electoral de Fujimori, sin perder por ello un ápice de entusiasmo y esperanza. Como tampoco las perdió Walter Benjamín cuando, en la hora más negra, afirmó: “La esperanza pertenece a los desesperados”.
Historiador y crítico de arte. Profesor de la Unviersidad Europea de Madrid y corresponsal de la revista ArtNexus en España. Es columnista del diario El Pais de Cali desde 1994.