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El mundo sigue girando
... las fronteras son inventadas por ambiciones y fruto de millones de cadáveres.

29 de jul de 2025, 04:12 a. m.
Actualizado el 29 de jul de 2025, 04:12 a. m.
“Aquel que camina una sola legua sin amor,
camina amortajado hacia su propio funeral”.
Walt Whitman
En la escarbadera de libros en que me he metido, y ya con los que me quiero quedar por ahora, en los estantes libres de polvo y paja, encontré ya amarillento y barbudo, como su autor, a Walt Whitman con el ‘Canto de mí Mismo’.
Y pensar que el hijo de un humilde carpintero, pobre, que abandonó sus estudios a los 13 años de edad para trabajar en diversos oficios, desde mensajero hasta llegar a ser editor de varios periódicos, en 1885 casi clandestina publica su primera obra ‘Hojas de Hierba’, sin saber que se estaba convirtiendo en la piedra angular de la poesía moderna latinoamericana (texto casi copiado de la contracaratula del viejo libro).
Un poeta “de cabaña sin frente al camino abierto, un poeta de halo, de cayado y mochila (León Felipe, poeta legendario español), un ser que con su canto se abre a la gratitud, al cosmos, a las estrellas, a los oficios y al amor. Una invitación al heroísmo que se le hace al hombre de la calle, no una invitación a la igualdad ni a la dicha, porque no hay otra alegría legítima en el mundo que la del esfuerzo”.
“Nadie, ni yo, ni nadie, puede andar tu camino por ti. Tú mismo has de recorrerlo. No está lejos, está a tu alcance. Tal vez estás en él sin saberlo… desde que naciste. Acaso lo encuentres de improviso en la tierra o el mar”.
¿Por qué traigo a colación a Whitman? Porque en este universo en que estamos viviendo, de odios, polarizaciones, hambrunas, drones asesinos, deportaciones, náufragos sin más horizonte que el ser devorados por el mediterráneo; Putines, Trumps, Bukeles, Netanyahus, guerrilleros, sicarios, mercenarios, que se alimentan de carroña y muerte, que no tienen un átomo de compasión hacia ‘el otro’, es importante recordar que todos, queramos o no, somos ‘hermanos de tierra’. Que las fronteras son inventadas por ambiciones y fruto de millones de cadáveres.
Que la tecnología nos está matando de soledad, que los mensajes nos venden odios y venganzas, que cualquiera que no conocemos es nuestro enemigo, que los polos se derriten, que el sol nos está calcinando, que solo ‘money, money, money’ es nuestro dios.
Es bueno recordar que cada uno de nosotros es único e irrepetible, que al nacer Dios nos regaló los atardeceres, las nubes, el viento, las frutas, los amaneceres y crepúsculos, los animales, los océanos. Nos regaló ternura, amor, sensualidad, memoria, capacidad artística, todo. Y todo lo estamos pisoteando.
Los invito a hacerse un canto a sí mismos y van a descubrir muchas, muchas cosas. No vale la pena consumirse en odios ni polarizaciones. La vida es un instante, no la desperdiciemos. El odio paraliza y enferma; merecemos vivir en torno al respeto y la gratitud.
Repito la estrofa del inicio. “Aquel que camina solo una legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral”.
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Posdata. Recordemos que ‘la vida es un reflejo constante de nuestras acciones, pensamientos y palabras. Lo que das la vida te lo devuelve’.
Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.