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Economías culturales y creativas: el nuevo bautizo
Invito a que se den muchos rebautizos, en lugar de echadas para atrás como las reformas de salud, trabajo y la pensional. Preferible rebautizar para seguir creciendo que bautizar para ‘decrecer’.
Hay veces que nuestro legislativo, animado en parte por el gobierno, se dedica a iniciativas que consumen tiempo y poco aportan al país. Un ejemplo de esto fue la pomposamente vendida Ley 2307 de 2023 para lograr gratuidad en educación superior oficial. Algo que ya existía en el país desde la Ley de Inversión Social (Ley 2155 de 2021) bajo el nombre de Matrícula Cero en instituciones de educación superior oficiales, que en dicha ley le dimos financiación y una condición de política permanente en el país.
En este caso, con el agravante que, al repetir normas, se cometieron errores en su redacción justamente por falta de conocimiento de la normatividad. Un ejemplo parecido es la Ley 2319 de 2023, que cambia la denominación del Ministerio de Cultura y dedica 7 artículos a decir que “se acaba la economía naranja” y ahora se llama “economías culturales, creativas y de saberes”, seguramente porque en el marco del ‘cambio’ esta es un ajuste trascendental.
Siendo práctico, este último ‘cambio’, aunque inútil, realmente no representa gran lío. Preferible que el gobierno, en lugar de destruir, rebautice políticas exitosas y siga adelante. Así lograría “construir desde lo construido”, inyectar su sello propio y seguir disfrutando de los beneficios de dichas políticas. Ejemplos de lo anterior son las políticas de fábricas de internacionalización y fábricas de productividad, la nueva política de comercio exterior que se nutre de la misión de internacionalización del gobierno pasado, la política de facilitación del comercio, la de reindustrialización, la de economía popular basada en la política anterior de ‘economía para la gente’ y en el borrador de la reforma al mercado financiero, la nueva política de turismo, y ahora la de economía cultural y creativa.
En el caso del nuevo bautizo a la “política de economía naranja”, me parece además mucho más estratégico cuando los datos corroboran el éxito de la misma medido en datos. Este sector creció su participación en el PIB en más de 1 punto porcentual, su tasa de crecimiento anual en los últimos dos años fue en promedio anual entre el 14 y el 20% (incluso luego de pandemia), cuando históricamente difícilmente llegaba al 3%, e incluso su aporte al empleo llega a casi 700.000 puestos de trabajo creciendo en el último año en más de un 18%.
Y todo esto según el reporte del nuevo Dane con el informe rebautizado ‘Estadísticas sobre economía cultural y creativa’. A esto se llegó en el pasado por una política semanalmente dirigida por el Presidente de la República, con indicadores de gestión, incentivos tributarios y empresariales, más presupuesto público, articulación público, privada y de la academia, entre otros.
Así que si se trata de motivar políticas de estado exitosas, invito a que se den muchos rebautizos, en lugar de echadas para atrás como las reformas de salud, trabajo y la pensional. Preferible rebautizar para seguir creciendo que bautizar para ‘decrecer’.
De postre: Un lindo avance de país es la nueva campaña de promoción turística, “Colombia, el país de la belleza” que se nutre de la Ley de Turismo que se aprobó en 2020 con énfasis en turismo sostenible. ¡Buena por esa!