Competencias

La responsabilidad de los alcaldes en el manejo de sus ciudades merece una precisión. Es natural pensar que el alcalde es responsable de todo cuanto sucede en su jurisdicción, puesto que es la máxima autoridad del lugar. Pero hay dos temas que son fundamentales para la ciudadanía en los que su papel no es de ejecutor, sino más de coordinación con quienes son de verdad los responsables: la seguridad y el empleo.

Según la Constitución, el Alcalde es la máxima autoridad de policía, pero no de la Policía, que tiene su propia cadena de mando a la cual obedece el respectivo comandante de la policía metropolitana. El alcalde apoya con recursos, tiene una Secretaría de Seguridad cuyo trabajo es coordinar con la policía acciones a tomar, pero no tiene cuerpos de inteligencia ni dirige ningún grupo armado. La policía es un cuerpo civil que debería estar bajo el mando del alcalde, pero no es así como funciona en la práctica, donde su papel ha sido totalmente desvirtuado para convertirla en un organismo militar que se parece cada vez más al ejército por las funciones de orden público que se le asignan.

Como los comandantes de policía no son responsables políticos, la responsabilidad política de las acciones o las omisiones de la policía, que el Alcalde no controla, recaen sobre él. Los índices de homicidio, la inseguridad urbana, los robos callejeros y a residencias, la multiplicación de las riñas por falta de convivencia, el ajuste de cuentas de grupos ilegales que se matan entre ellos, el desborde de las manifestaciones públicas, los actos aislados de terrorismo, todo ello se carga a la cuenta del debe y el haber del alcalde.

Para poner un ejemplo, todo indica que el estallido social de 2021 en Cali, que tuvo tantos factores agravantes que se fueron sumando a los desórdenes iniciales, fueron acciones claramente preparadas con antelación, que requirieron una organización detallada por parte de los grupos al margen de la ley que los desataron, de las cuales la inteligencia de la policía (o del ejército, para el caso, pues el tema desbordó los límites de la ciudad) no tuvo ningún conocimiento. Fue una protuberante falla de la inteligencia policial y militar, por la que el alcalde de Cali de la época pagó los platos rotos. Como los está pagando el alcalde actual por la reducción de los presupuestos nacionales para la policía, y la falta de efectivos y equipos para el control de la delincuencia. El atentado a la base aérea, el caso más notorio.

En cuanto al empleo, es casi un absurdo económico asignarle al alcalde la misión de crear empleo, claramente una responsabilidad del sector privado. Que sea el sector público el responsable de la creación de empleo en una ciudad es el más claro índice de atraso. De nuevo, le corresponde al alcalde crear condiciones seguras y aun estímulos para la inversión privada, hacer de la ciudad un lugar atractivo para invertir ante inversionistas nacionales y extranjeros, pero generar empleo no es parte de sus funciones.

La función primordial del alcalde es crear confianza entre los ciudadanos con la transparencia y pulcritud en el manejo de las finanzas públicas, lograr que los servicios públicos en manos estatales funcionen y planear el futuro con una visión compartida por todos. Esas son sus competencias. Las demás entidades responsables de la seguridad y el empleo deberían asumir las que les son propias, y desempeñarlas eficientemente.