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Como si fuera un Idi Amín Dadá
Ridículo en el discurso, trató de llamar la atención convocando el odio de clases.
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26 de sept de 2025, 02:43 a. m.
Actualizado el 26 de sept de 2025, 02:43 a. m.
Hace unos años fui delegado de Colombia ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York. Conocí esta entidad por dentro y por fuera; y vi el desfile de jefes de Estado decir sus discursos dentro de las letanías habituales del protocolo. En todo el desfile no había un atractivo intelectual. Pero un día nos sorprendió que se presentaba Idi Amín Dadá, un dictador que había surgido en Uganda, país del África. Negro, él, había sido boxeador y se presentó vestido como un rey, mientras su embajador permanente, que era casi un enano, vestía ropas simples y más parecía su esclavo. Ridículo en el discurso, trató de llamar la atención convocando el odio de clases.
Para mi sorpresa, volví a oír hace pocos días ese mismo río de catilinarias en el mismo estrado, en boca de otro personaje vestido como un turista rico, estrenando zapatos y medias blancas, pantalones nuevos y guayabera también blanca con mancornas. Era una exhibición estudiada de hora y media de duración del discurso -no obstante que la víspera también había hablado hora y media- aparentemente estremecedor, en el que dijo, como lo hiciera Amín, lo divino y lo humano de lugares comunes, sin que se le escapara nadie de sus críticas. Llevó a la guerra, maldijo al hombre, justificó al narcotráfico y destacó la bondad de los narcotraficantes, cuando ya antes, allí mismo, había expresado sus deseos de que se eliminara la prohibición de la venta de narcóticos que había fracasado. Qué cosa tan desubicada y qué discurso contra Estados Unidos y su presidente que se había atrevido a ‘descertificarlo’, a él, que según su dicho, había combatido batiendo récords, todo el comercio del estupefaciente.
No me atrae la figura del señor Trump, ni su discurso, ni sus hazañas. Pero no se me escapa, ni a mí ni a nadie, que la diplomacia debe ser manejada con prudencia. Él, Petro, quiere ser una atracción como figura que casa peleas y se siente dentro de su vanagloria un líder mundial, así a los colombianos nos caiga el mundo encima. Viaja y se escapa tantas veces a prácticas no santas, como la que tuvo en París, con uno que así mismo se define como una ‘marica’. Y se atrevió a decir que pasaron la noche entera leyendo el Capital de Karl Marx.
Que sea estrafalario y le gusten las parejas de su mismo género, son cosas privadas. Pero no para un jefe de Estado que no solamente monta escándalo con la palabra, sino con sus intimidades. Ah, y que se ponga ropa por montones y viaje por el mundo como el Judío Errante, no tendría importancia. Pero es que lo hace para saciar sus apetitos narcisistas y por cuenta del erario público, cuando ha quebrado el presupuesto nacional, regando dinero no con un sentido humanitario y progresista, sino en busca de votos que lo mantengan en el poder que ha ejercido con deleite de Narciso.
Se opuso con bravuconadas a que unos alcaldes viajaran a Estados Unidos para tratar de evitar que la descertificación que se le vino encima, causara daños al grueso de la economía. Tan solo dos alcaldes, el de Cali, Alejando Eder, y el de Medellín, Federico Gutiérrez, viajaron. Y consiguieron que no hubiere medidas económicas en contra de nuestra débil economía nacional. Ese gesto es preciso que se resalte como un reconocimiento público a quien sirve con eficacia a un pueblo.
Desde luego que ha arrasado la economía en su propio beneficio; y contra la Constitución y la ley, hace campaña política desde todas partes, moviendo gente a base de platos calientes de lechona y con su discurso que mueve como un culebrero demagogo y sin escrúpulos.
No ha sido buena la suerte que nos ha tocado, cuando no ha habido mayores desfalcos y satisfacciones a los narcos, que ahora. La verborrea y la amenaza es su ley. La sensatez nos hace ver el Idi Amín que reencarnó en Colombia.

ha desempeñado puestos públicos como juez del Circuito, Conjuez del Tribunal de Cali, Secretario de Gobierno de Cali y alcalde encargado, embajador de Colombia en Polonia y en la ONU. Ha sido delegado a varias conferencias internacionales como la OIT en Ginebra
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