Bálsamo de fin de año

Gustavo Petro, Iván Cepeda y los congresistas del Pacto Histórico vislumbraban un fin de año fecundo en celebraciones con la mejor champagna y líneas de café molido, por cuenta del sorpresivo posicionamiento en una encuesta del candidato petrista y el caos que ha reinado en el resto del espectro. Festejo susceptible de agriarse por la dinámica resultante de la decisión de un grupo serio de aspirantes de ir a una consulta en marzo.

No es fácil de entender el fenómeno de Cepeda, quien no solo representa el continuismo de un régimen corrupto y de vocación destructora, sino, la profundización de un modelo estatista que restringe libertades y trae pobreza. Hecho que se explicaría por identidad ideológica, billones en contratación, y el constreñimiento de organizaciones criminales beneficiadas de la Paz Total de la que el aspirante comunista es el artífice en la sombra.

Petro ha logrado consolidar un movimiento de izquierda radical que aspira a seguir en el poder y a contar con una presencia importante en el Congreso bien para apoyar a su presidente en caso de ganar o estructurar la más despiadada oposición a quien gane y que no sea de sus afectos para pavimentar el regreso al poder en el 2030. Una causa de largo aliento, que combina todas las forma de lucha, en la que ganan con cara y con sello.

De ahí la importancia del acuerdo de los seis aspirantes de una gama ideológica ajena a la izquierda de unirse e ir a una consulta para elegir a un candidato en condición de ofrecerle al país una alternativa. El número de aspirantes de centro, centro-derecha y derecha y la disimilitud en su preparación y experiencia ha traído confusión y angustia mientras la secta petristra se organiza para llegar robusta a las elecciones en el 2026.

El acuerdo entre Mauricio Cárdenas, David Luna, Juan Manuel Galán, Vicky Dávila, Juan Daniel Oviedo y Aníbal Gaviria es entonces una buena noticia. Independiente de cómo les va en las encuestas es una decisión seria y responsable. Entre ellos hay diferencias, pero coinciden en lo fundamental: creen en la democracia, en la libertad, en la seguridad y en la economía de libre mercado. Son conscientes, en especial, de lo que está en juego.

Cuando un barco pierde el rumbo y empieza a naufragar, la urgencia es sacarlo a flote y volverlo a encausar. En ese escenario la tonalidad ideológica de una misma paleta pasa a segundo plano. Si se es de centro, centro-derecha o de derecha y en qué porcentaje y decimales, no debe ser lo determinante. Lo clave, que compartan unos mismos valores y los defiendan a muerte. Más, cuando la opción es entregarle Colombia al continuismo.

En ese marco, la decisión de Fajardo y De la Espriella de no participar de una consulta es respetable, pero conlleva riesgos. Si insisten en ir a la primera vuelta tendremos una elección con al menos cuatro candidatos, lo que le facilitaría a Cepeda pasar a la segunda vuelta. Con quién, ni idea. Un albur similar a la elección pasada cuando muchos votamos por quien terminó siendo un fiasco, mientras Petro y su séquito llevaba a cabo el fraude.

Empieza a desenredarse la madeja. La decisión de seis candidatos a ir a una consulta y abrir la puerta a otros a hacer lo mismo, es un bálsamo en medio de la incertidumbre. Es valioso, además, su acercamiento con la candidata del Centro Democrático, Paloma Valencia, y con el exministro Juan Carlos Pinzón. Ojalá en estos días de diciembre y año nuevo abunden la sensatez política y el amor patrio. Y los colombianos, a no perder el foco. Un voto el falso, estando al borde del abismo, es una caída al precipicio, sin retorno.