Columnista

Arvo Pärt: La música del silencio

Escuchar su música es, en el fondo, un acto espiritual. Una oración sin palabras.

Rodrigo Obonaga Pineda.
Rodrigo Obonaga Pineda. | Foto: El País.

15 de oct de 2025, 02:41 a. m.

Actualizado el 15 de oct de 2025, 02:41 a. m.

Nacido en Estonia el 11 de septiembre de 1935, Arvo Pärt es mucho más que un compositor contemporáneo: es un puente vivo entre la tradición y la esencia humana, un creador de silencios que iluminan. Su obra, celebrada y admirada en vida, deslumbra por su sencillez reveladora y su profunda espiritualidad; es el reflejo de un viaje interior que nos invita a detenernos, a escuchar y a redescubrir lo verdaderamente esencial.

Arraigado en la música antigua —el canto llano, el gregoriano y la polifonía renacentista—, así como en la espiritualidad mística de la Iglesia Ortodoxa rusa, Pärt no solo estudió estas tradiciones, sino que las hizo vivas en su lenguaje musical. Cada una de sus notas resuena con la contemplación de siglos, creando un espacio donde el tiempo se detiene y el alma encuentra refugio.

La música de Arvo Pärt no solo se escucha con los oídos, sino que resuena en lo más profundo del ser. En un mundo lleno de estímulos, su arte emerge como una plegaria sonora: una invitación a encontrar quietud y a escuchar la voz serena que habita en nuestro interior. Su técnica del tintinnabulum, inspirada en el repique sagrado de las campanas, crea atmósferas donde el silencio es tan esencial como el sonido. Es en ese espacio, entre las notas, donde florece lo sagrado.

Esa pausa, ese silencio que vibra más allá del oído, es donde ocurre el verdadero encuentro. Como la campana que, una vez tocada, sigue resonando en el aire, aunque ya no la escuchemos, así también su música permanece dentro de nosotros, en un lugar íntimo que a veces no sabemos nombrar. Escucharla es abrir un espacio sagrado: un instante de comunión profunda con nuestra propia esencia. Es abrir ese espacio que es intimidad con el alma.

Como presencia viva y consciente, el silencio se vuelve un refugio que aquieta los ruidos internos y externos que nos alejan de la profundidad de nuestro ser. La música de Arvo Pärt nos invita a un despertar profundo, a un giro esencial en estos tiempos de búsqueda y renovación del sentido. Su arte nos recuerda que el silencio no es vacío, sino melodía invisible, una vibración serena donde el alma se abre al encuentro con la paz que habita dentro.

Escuchar a Arvo Pärt es abrir la puerta a la contemplación; permitir que cada sonido nos acerque al misterio de lo invisible. Este viaje hacia adentro, donde ya no solo oímos música, sino que nos escuchamos a nosotros mismos. En su obra, el silencio es sagrado y, en ese silencio, quizás podamos descubrir el eco olvidado de nuestra esencia.

Pärt nos introduce con maestría en un nuevo rumbo para una nueva sociedad saturada de ruido y velocidad, revelándonos que en el silencio florece lo esencial.

Con frecuencia, basta con hacer una pausa y escuchar, porque como dijo San Juan de la Cruz: ‘la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora’, nos revela la riqueza del silencio vivido con el alma.

Quien escucha la voz interior de su ser encuentra el hilo que da sentido profundo a su existencia. Aquel que cultiva el silencio abraza no solo la esencia de la vida, sino también la llama sagrada que ilumina su alma. Les invito a dejarse llevar por la música de Arvo Pärt y a descubrir la sinfonía íntima que habita en cada uno.

Escuchar a Pärt es entrar en un estado de contemplación. Es permitir que cada nota nos acerque al misterio. No hay prisa, no hay urgencia; todo se aquieta. Su obra no ofrece respuestas, pero abre preguntas esenciales: ¿Quién soy? ¿Qué busco? ¿Dónde habita lo sagrado?

En composiciones como Fratres, Silentium o De Profundis, uno no solo oye música; uno se escucha a sí mismo. Es una experiencia que disuelve las fronteras entre sonido y silencio, entre lo externo y lo interno. Una música que no impone, sino que revela; que no empuja, sino que guía suavemente hacia adentro.

Arvo Pärt nos recuerda que el silencio no es ausencia, sino una presencia viva y luminosa. Una presencia que se revela cuando aprendemos a callar con el alma abierta. En ese silencio pleno de sentido, es posible regresar a lo más auténtico de nosotros mismos, a esa luz interior que el ruido del mundo no ha podido apagar.

Escuchar su música es, en el fondo, un acto espiritual. Una oración sin palabras. Una vía hacia lo invisible. No es casual que tantas personas, sin importar su fe, se conmuevan profundamente al oír sus composiciones, porque tocan lo universal, lo humano, lo divino. Nos devuelven la capacidad de asombro y nos reconectan con lo que somos.

En tiempos donde el silencio cobra nuevo valor, Pärt nos ofrece una alternativa luminosa: la posibilidad de reconectar con la esencia a través del silencio. Su música no es solo arte; es una invitación al despertar la voz del alma.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Columnistas

Gonzalo Gallo

Columnistas

Oasis

Rafael Araújo.  Columnista.

Columnistas

Tango satánico