Al oído de los gabinetes

La grandeza de los ejércitos, no radica solamente en su general. Usualmente, el éxito está unido a los grupos de guerreros que con su lealtad, destreza y liderazgo supieron mover huestes y ganar batallas y recuperar para sus países libertad o grandeza. La batalla por el Valle del Cauca y por Cali no puede ser una frustración. Hace muchos años no sentía tanta ilusión colectiva en que estas mejoren en todo sentido para finalmente recuperar el orgullo de nuestro arraigo. Pero esta batalla exigirá que los equipos no fallen, al contrario, que todos sumen a la exigencia del momento. Por eso, por haber pertenecido en el pasado a buenos gabinetes departamental y municipal, me permito hacer estas reflexiones:

Tu dependencia no es tuya ni de tu grupo político: Esta hace parte de un engranaje llamado Gobernación o Alcaldía y su misión debe estar indeclinablemente ligada al plan estratégico regional. Agrega valor, no trates de absorber los méritos. Es mejor hacer finalmente parte de un equipo triunfador y no el ‘aparentemente brillante’ de una administración fracasada.

Cree en los elogios cuando te retires, no al comienzo ni durante: Recibir alabanzas hace parte del ecosistema público. Usualmente, cada loa espera una recompensa. Preocúpate porque tu equipo gane el partido y al final, gózatelo. Lo demás son fantasías para hacer flotar a quienes menos peso tienen.

Ojo con la teoría del cuarto de hora: muchos se acercarán a decirte que aproveches tu cuarto de hora, enriqueciéndote, seduciendo, fanfarroneando, siendo irresponsable con el erario público. No creas en el cuarto de hora. Los órganos de control pueden investigarte toda la vida. Además, hacer un buen nombre es un reto para siempre. Un buen gerente es como una buena marca: proyectados al mediano y al largo plazo. No sacrifiques tu futuro por los parabienes de máximo cuatro años.

Todo torcido es conocido: Seguramente encontrarás intereses ocultos que quieran comprar tu conciencia. Te venderán la idea del silencio sepulcral. Es paja. Entre otros, el banquero, el contador, el mensajero, el escolta, la secretaria y especialmente el fanfarrón que compró tu conciencia, hablarán de cómo cambiaste tus principios y ahora eres igual a tantos bellacos que han pasado por la administración pública. Pero lo más triste será como impediste el cambio que la región necesita. Tu hijo quería que fueras parte de los gladiadores que ganaran la batalla y no de los Judas que vendiste la doctrina.

Tu poder está en servir: El servicio público es la más bella oportunidad de servir a quienes conoces y mejor aún, a los millones que no identificas. Gózate el placer de hacer realidad los proyectos de la región que solucionarán las necesidades de la gente. No hagas parte de esa masa burocrática que goza oponiéndose a todo, poniendo problemas y requisitos al humilde ciudadano. Haz que ese hombre de la calle anónimo regrese a la casa orgullosa de tu sonrisa amable y de tu magnífica disposición para encontrar soluciones.

Estás invitado a hacer historia, no la abandones: tienes la oportunidad para llegar a la vejez mirando hacia atrás y recordando que llegaste a un gabinete en un mal momento para la ciudad. Haz parte del equipo que con ejecutorias, con actitud, y honradez, le devolvieron a Cali su grandeza. De un equipo que motivó a toda la ciudadanía a volver a traer eventos, a hacer turismo, a poner bonitas sus casas, a invertir. No desaproveches esa oportunidad. Nada más gratificante que recordar lo que se hizo en administraciones públicas importantes y no avergonzarse de sus malos desempeños. Pero esa es la suerte de un ejército consolidado alrededor de valores y de plan estratégico. Tu reto es hacer parte de este y dejar huella en la historia.