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Adviento
Con el Adviento, al iniciar el período anual, de celebraciones litúrgicas, el creyente católico, mira su pasado y ve la existencia del mal que ha cometido, y tomando conciencia del daño provocado.
Palabra que usamos los cristianos, católicos, para identificar una época del año litúrgico, que es la forma como celebran los católicos su fe de domingo a domingo y entre semana, junto con todos sus hermanos, en familia, y en el lugar propio para estas reuniones, que es el templo, y lo quiero hacer en esta columna de opinión, porque la esencia de la celebración, no necesariamente interesa solo a los católicos, sino que por su contenido tiene una importancia para todos los seres humanos.
A saber: la palabra es de raíz latina y significa venida, que para los cristianos es el paso, la decisión que Dios toma de compartir con los hombres en la tierra, para comunicarles la voluntad de su padre, Dios, y así tengamos conocimiento del objetivo por el cual estamos en este mundo; y con las claves que nos enseña, poder ganarnos esa oportunidad de estar junto a Él, que en lenguaje de fe, es lograr la plenitud de vida, la salvación.
Entonces podemos resumir que con el Adviento, al iniciar el período anual, de celebraciones litúrgicas, el creyente católico, mira su pasado y ve la existencia del mal que ha cometido, y tomando conciencia del daño provocado, no solo en su persona, sino en la comunidad, decide cambiar. Ese debe ser su presente, el ahora. A eso es que nos preparamos, para recibir, escuchar, entender y aceptar la propuesta de Jesús, que es Dios con nosotros, y que tiene palabras de sabiduría, y que si las ponemos en práctica, podemos juntos, sacar adelante nuestras vidas y las de la familia humana, logrando el objetivo de la voluntad de Dios en nosotros, obtendremos la paz, que es la que resulta de obrar en verdad, en justicia, en derecho, nos hace libres, plenos, realizados.
Finaliza el Adviento con la nochebuena, que es el nacimiento, digamos la aparición en la tierra del Dios invisible, Enmanuel (Dios con nosotros), y los primeros que reciben el anuncio, en esa noche especial, son los pastores que estaban cerca del lugar, en ellos simbolizados los hombres humildes, sencillos, abiertos a la esperanza y la alegría de vivir en consonancia con el Creador, y a ellos llegan los ángeles que no son otra cosa que la presencia de Dios que les indica el lugar en donde se encuentra y que lo pueden comprobar.
Desde allí se dará comienzo a la renovación y redención de la creación y del hombre, para que si tiene buena voluntad, pueda encontrar con todos los que buscan lo mismo: el camino, la verdad y la vida, y emprender desde el aquí y el ahora la construcción del mundo mejor, según la mente de Dios.
Y aquí está mi propuesta: nosotros queremos una Colombia mejor, primero que todo en paz, una Colombia en donde las riquezas que Dios le ha regalado, tanto en sus mares, ríos, montañas, climas y sobre todo en sus gentes, regiones, razas, culturas, las podamos disfrutar, aprovechar justa y equitativamente todos los colombianos, sin discriminaciones, sin privilegios para unos, y exclusión para otros.
Donde nos entendamos, que los otros no son nuestros enemigos, que somos iguales, hermanos, y que si todos trabajamos para conseguir ese bien común, esa realización, esa plenitud humana, podemos dejar las diferencias a un lado y poniéndonos de acuerdo a dar de lo nuestro, todo lo que sea posible, para lograr este ideal maravilloso de la armonía y la paz para todos.
Esa es la propuesta que en el Adviento nos quiere a dar a conocer en la Iglesia, para que descubramos el sueño de Dios sobre la humanidad, y que es posible lograrlo, por eso ha venido del cielo a vivir con nosotros, para acompañarnos desde el aquí y el ahora nuestro, a lograrlo. No tengamos miedo, arriesguémonos, ensañemos sus propuestas, que así tendremos el mejor resultado, un exitoso futuro.