Columnistas
Acuerdo Nacional
Por eso debemos poner en la mesa el objetivo principal que pretendemos y entre todos encontrar el camino para lograrlo, por eso debo respetar la opinión del otro...
Suena bien, más aún se siente que se debe convocar, Colombia lo necesita urgentemente; pero el problema para que se haga efectiva la convocatoria; es la confianza y credibilidad de quien, o quienes lo convoquen, esta es la clave que motivará a caminar a todos los líderes y personas que aman la Patria, para unirse en un consenso, donde las prioridades, estén por encima de los partidos y de las personas, para así buscar la Colombia en la cual se sientan escuchados y aceptados todos los ciudadanos que conforman este hermoso y resiliente país.
Un acuerdo se entiende que es para tomar una decisión, sobre algo que es vital y, por lo tanto, no excluyente de nada y de nadie, eso sí, partiendo de lo que es prioritario para el desarrollo integral de todos en pro de una vida digna y en paz. Debe ser una invitación abierta a todos para caminar juntos en la construcción de la casa común para los colombianos, donde no existan privilegios para unos y desprotección para otros y donde se abran siempre las posibilidades, para quien quiera trabajar por el Bien Común, por el desarrollo de sus cualidades y actitudes. Para ello necesitamos que se abran los espacios de encuentro de toda clase de instituciones, empresas, grupos étnicos Iglesias y que estén dispuestos a escuchar al otro, y tener la madurez, el talante y la humildad de aceptar que en los otros también hay buenas intenciones y aunque no piensen lo mismo, puede ser igual o mejor sus propuestas a las mías, y tengan un alcance mayor que las que yo propongo para lograr el fin por el cual estamos llamando a dicho acuerdo.
Pero también es de suma importancia el saber usar las palabras, las expresiones, desmontar las prevenciones y entender que el otro no es un enemigo al cual debo destruir, si no es un semejante, un amigo, que ama la Patria que yo amo, y desea el Bien Común que yo deseo y para todos. Por eso debemos poner en la mesa el objetivo principal que pretendemos y entre todos encontrar el camino para lograrlo, por eso debo respetar la opinión del otro y escuchar su pensamiento para poder así en sana reflexión, llegar a un consenso.
Y por supuesto no podemos excluir, ni desechar, o descartar, personas, instituciones, grupos sociales, culturales, religiosos, artísticos, políticos, económicos, industriales, trabajadores, agricultores, campesinos y todos los que conforman el tejido social de Colombia; y con ellos buscar la Colombia que queremos todos, para todos los colombianos.
El verdadero poder efectivo para encontrar el consenso en semejante diversidad, está en el entender que no se ha convocado a este acuerdo para imponerse sobre los demás, o para sobresalir como el más importante o inteligente, sino para servir a la unidad de Colombia y los colombianos para así encontrar como una familia que ama su Patria y que se entiende hermano de los demás, la Colombia grande, digna, próspera y libre, que hace que sus ciudadanos se puedan desarrollar integralmente, sin excluir o descartar a ninguno y así poder lograr la convivencia pacíficamente.
Evoco dos últimas ideas para terminar esta reflexión; a saber: Un político tolimense decía: ¿El poder para qué? Y nuestro Libertador en Santa Marta dejó, por decir así, su testamento político en el cual demostró su grandeza y su amor por la Patria: “Si mi muerte contribuye, para que se haga la unión y cesen las divisiones: yo bajaré tranquilo al sepulcro y déjenme poner la última que es del talante de la cultura cristiana y de la gente con fe: “Si su vida no es para servir a los demás, usted no sirve para vivir”.
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