Judicial
Docente de Potrerito, Jamundí, hace angustiosa denuncia: “Están esperando que alguien pierda la vida para tomar medidas”
La mujer dijo que tiene secuelas tras el atentado del martes, sin embargo, ordenaron el regreso a clases.

17 de jun de 2025, 10:24 a. m.
Actualizado el 17 de jun de 2025, 10:24 a. m.
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“Se me activó el sistema nervioso de una manera impresionante. Luego de la explosión me comenzó un dolor de estómago fuertísimo, como nunca lo había sentido, pero comencé a evacuar a los estudiantes para entregárselos a los padres de familia que llegaron desesperados por sus hijos. Después de eso ya no pude caminar”, narró a El País una docente de la Institución Educativa Alfonso López Pumarejo, ubicada a pocos metros de la subestación de Policía de Potrerito, Jamundí, a la cual fue dirigido un atentado con carro bomba el martes pasado.
“Los profesores que estaban en los salones de adelante decían que el techo se había levantado, la sala de sistemas fue afectada y se rompieron algunos vidrios. También dijeron que allá al frente se sintieron las ondas expansivas como si los empujara”, dijo la mujer, cuyo nombre fue omitido por seguridad.
Ella recordó que estaba dictando clase como de costumbre a los alumnos de bachillerato cuando se escuchó la detonación. Lo siguiente fue confusión e intentar calmar a los adolescentes quienes, como era de esperar, estaban alterados por la situación. “Yo manejaba el control porque tenía estudiantes y ellos me decían ‘profesora usted estaba como si nada’, ellos piensan eso, pero mi cuerpo estaba en shock”.
Con calma pidió a los menores colocarse en el suelo para resguardarlos en caso de que se presentara otra explosión y, a pesar de que se sentía tranquila, minutos después de la detonación, perdió la capacidad de caminar debido al impacto psicológico.

“Perdí la fuerza, yo intentaba caminar y no podía, pero pensaba que se me iba a pasar rápido. Luego llegaron los bomberos y me preguntaron que si necesitaba ayuda y yo decía que no, que apenas me sintiera bien me iba para mi casa”, dijo la docente.
Sin embargo, pasaron tres días en los que la mujer tuvo que guardar reposo, ya que sufre de fatiga crónica, por lo que los síntomas tras el susto que vivió el 10 de junio se incrementaron.
Si bien Potrerito ya había vivido una explosión con carro bomba en septiembre de 2023 y hostigamientos en 2024 en contra de la subestación de Policía, cuando ocurrían dichos ataques no había clase en la institución, por lo que fue la primera vez que alumnos y profesores vivieron en carne propia el temor de resultar lesionados.
Además, según explicó la mujer, los padres de familia informaron que varios estudiantes presentaron afectaciones de salud que creen están relacionadas con los momentos de tensión que vivieron tras el atentado.
“Es que hasta el más valiente, si le ponen una bomba al lado, va a reaccionar y eso le va a traer consecuencias al organismo”, expresó.
Regreso a la presencialidad
Luego de que los alumnos fueran evacuados tras el atentado terrorista del martes, los docentes y directivos se reunieron para hablar sobre estos hechos.

El miércoles no hubo clase por cuenta de una asamblea que estaba programada con anterioridad, mientras que jueves y viernes tuvieron clases virtuales, ya que tenían la experiencia del atentado anterior cuando la institución tuvo graves afectaciones de infraestructura.
A pesar de que el colegio queda ubicado en una zona rural, la mayoría de los estudiantes cuentan con celulares y acceso a internet; sin embargo, “se dejan las guías en una fotocopiadora para que puedan sacarlas y se crea un sistema para los pocos que no tienen manera de conectarse a clase”, dijo la docente. De esta manera no se afecta el derecho a la educación de los menores.
Por ello, la profesora se sorprendió cuando el domingo se anunció que todos los colegios de Jamundí debían retornar a la presencialidad el lunes, pues siente que el riesgo por cuenta del accionar de grupos ilegales continúa latente.
“En ese sentido, a veces pienso que están esperando que un docente o un estudiante pierda la vida para tomar medidas. En un trabajo, finalmente, no vale la pena estar sometido a un estrés de ese nivel; hay muchos docentes y estudiantes que tienen miedo y que presentan manifestaciones en el cuerpo, como lo mencioné anteriormente. Yo no tengo miedo, pero en mi cuerpo la parte orgánica sí reacciona”.
La mujer indicó que la Secretaría de Educación no tuvo en cuenta que dicha institución fue la única que resultó afectada en los atentados del martes y que la comunidad educativa puede estar padeciendo consecuencias psicológicas, sino que se dio una orden general para el retorno a las aulas.

“Debido a la ubicación de nuestra institución, la cercanía con la Policía y las experiencias vividas, la Secretaría de Educación Municipal no nos puede medir con las otras instituciones y tomar las mismas decisiones, ya que hemos sido los más afectados desde el año pasado y los más latentes a un posible suceso futuro”, expresó la profesora, quien indicó que rondan panfletos amenazantes que generan temor.
Ante estos hechos, la docente solicitó acompañamiento y garantías, puesto que existe el temor de un nuevo hecho de inseguridad. Además, aseguró que al colegio se le donó un terreno que está alejado del blanco de los atentados de los grupos armados ilegales; sin embargo, no se ha iniciado la construcción.
“Los ataques los van a seguir haciendo; el problema es que nosotros somos los más vulnerables porque estamos al lado de la Policía. Ante esa situación la Secretaría de Educación no nos puede tratar a nosotros como está tratando a las otras instituciones y dar una orden general de reingreso sin darnos garantías de protección”, concluyó la docente.
El País intentó comunicarse con la Secretaría de Educación de Jamundí, pero no fue posible.
Comunicadora social de la Universidad Santiago de Cali. He sido reportera en temas étnicos, tengo experiencia como periodista comercial y judicial. Disfruto la moda, las tendencias y soy apasionada por la lectura, el café y las buenas historias.