‘Todo por un plan’, el libro que detalla aspectos de la vida de la diseñadora Ágatha Ruiz de La Prada

Así como es su apuesta por la moda, imparable, llena de opciones, de color, y en muchos formatos, también es la vida de Ágatha Ruiz de la Prada, y es que es ella misma la que la relata en su segundo libro ‘Todo por un plan’, cómo fueron sus inicios, por qué ama los planes, y quiénes han estado en su vida.

“Decidí escribir este segundo libro, entre otras cosas, por el éxito del primero, ‘Mi historia’, por la genial acogida que tuvo”.

“Una vez tomada la decisión, tuve claro enseguida qué tipo de libro quería hacer. A mí me ha pasado de todo, pero muchas de esas cosas las he elegido yo. La curiosidad por saber, por conocer, por vivir situaciones variadísimas, por no decir nunca que no a nada y disfrutar de todo aquello que tenía a mano, me ha hecho acumular una enorme cantidad de experiencias... Desde pequeña supe que mi vida no iba a ser como la de los demás. Y, en esa vida, que no ha estado exenta de obstáculos, la creatividad, el optimismo, el amor por mi trabajo, por los animales, la libertad y la curiosidad por aprender, ver y conocer, han sido mi verdadero motor”.

En este libro, Ágatha también detalla de manera jocosa, que fue su abuela quien le enseñó que tener planes es como alargar la vida. “En la casa de mi familia la frase más repetida era: ¿Qué planes tenemos para hoy? Ella siempre lo preguntaba a diario. Yo la adoraba... ocho funerales y cinco bodas..., poco le importaba que aquello fuera triste o alegre”.

Por ello, nunca ha renunciado a un buen plan, y de ahí el nombre de su libro, pues además de su historia de títulos nobiliarios y amor por la moda, también ha recordado, quiénes han cenado en su casa: Valéry Giscard d’Estaing, Rafael Nadal, el presidente del BBVA, Cela, Umbral, Florentino Pérez, y hasta Gabriel García Márquez.

“Cien Años de Soledad era lo más. Aquello fue como si de repente me dicen que vamos a cenar con Picasso. ¡La leche!. He leído un libro estupendo hace unos meses que se llama Los Genios, de Jaime Bayly, y es la historia del bofetón morrocotudo que Vargas Llosa le metió a García Márquez. Y habiéndoles conocido a los dos, la historia resulta mil veces más atractiva, francamente”.

Y ni qué hablar de sus confesiones: planes que no haría ni muerta, ir a toros, al yoga, a hacer deporte u organizar una cena en pareja. Eso sí, los planes culturales, ¡siempre!.

Conociendo a Ágatha

¿Cómo ve la creatividad y el diseño en Colombia?

¡Me encanta Colombia! Pero imagínate, hacía siete años que no venía, entonces no me atrevo a opinar mucho de la escena local, sería irresponsable. Pero siempre he sentido que aquí hay un talento impresionante.

Hablemos de su familia. Tiene dos hijos y una nieta.

Sí, y estoy muy orgullosa. Mi hijo trabaja conmigo, y mi hija quiere ser escritora. Todavía no ha publicado, pero ahí va. A mí, como a ella, me encanta leer, estoy todo el día leyendo. Me paso la vida rodeada de libros.

¿Cuáles son sus autores favoritos?

García Márquez, por supuesto. Cien Años de Soledad no sé cuántas veces lo he leído. Me da miedo ver la serie, porque ese libro me marcó muchísimo. Ayer llegué al hotel y pensé: “Esto parece de Cien Años de Soledad”. También adoro a Proust. Digamos que me gustan los buenos, los clásicos.

¿Qué está leyendo ahora?

Un libro interesantísimo sobre Irán, sobre cómo llegó el Shah al poder en los años 50. Es impresionante porque uno ve que los conflictos de hoy ya estaban ahí, solo que disfrazados de otra forma. Lo que pasó entonces es el origen de todo lo que está pasando ahora.

Volviendo a su historia, ¿cómo fue formar una familia trabajando tanto?

Creo que es cuestión de organización. Yo nunca he creído que la mejor tortilla de patatas sea la que te hace tu madre, porque ni mi madre ni mi abuela sabían cocinar. Para mí, el mayor lujo de la vida es trabajar. Me encanta. Trabajo y trabajo, y cuanto más trabajo, más contenta estoy. Si no trabajara, no habría conocido Colombia, ni Cali, ni a Botero, ni a Noemí Sanín, que es una de mis mejores amigas. No me habría pasado todo lo maravilloso que me ha pasado. Necesito trabajar muchas horas, pero como me gusta, no me importa.