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Las serenatas románticas más vigentes que nunca, en tiempos de virtualidad
Historias de tríos que le cantan al romance, al duelo y al desamor, por encargo. Del 25 al 28 de junio, los mejores tríos se darán cita en Cali.

22 de jun de 2025, 01:18 p. m.
Actualizado el 22 de jun de 2025, 01:18 p. m.
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Por Isabel Peláez R., editora de Vé
Cali. Opio Trío es una de esas pruebas fehacientes de que las serenatas también son cosa de jóvenes, solo que ellos cantan en jeans, zapatillas o botas y blazer, con un repertorio moderno y siempre conectados con las redes sociales y creando contenido.
Sus integrantes se conocieron cuando estudiaban en la Facultad de Artes, en los pasillos de la Academia Superior de Artes de Bogotá de la Universidad Distrital. Ya suman 14 concursos ganados, cientos de serenatas ofrecidas y muchas reconciliaciones y hasta matrimonios logrados a punta de canciones.
Joel León Figueroa, segunda voz y director; Braian Gómez, en el requinto, la guitarra y tercera voz, Osvaldo Conde, guitarra y primera voz; Mateo Cruz, requintista (trabaja con Yeison Jiménez), y Ronal Utima, percusionista, cuentan además con su propia productora y creadora de contenido, Igdalia Esparza y el ingeniero de sonido, Yeicob Albornoz. Y se han dado el lujo de compartir tarima con grandes boleristas como el maestro Armando Manzanero y veteranos intérpretes de música de cuerdas.
En Bogotá, donde viven, ofrecen servicio de serenatas por $800.000 sin sonido y de millón de pesos hasta los $6.500.000 y $8 millones cuando la serenata es fuera de Bogotá, sin tiquetes ni viáticos.
Aunque tienen entre su repertorio temas infaltables como El Camino de la Vida, Espumas y Reminiscencias, sus propias versiones de Prometo, de Fonseca; Tengo Ganas, de Víctor Manuelle y de baladas del recuerdo como Cama y Mesa, de Roberto Carlos, así como sus temas inéditos: Perdón, Amor y Ana, son infalibles cuando de conquistar o reconquistar se trata.
Los han llamado, incluso, de otros países, como Panamá, para dar serenatas, pagándoles todo incluido, solo para escuchar su novedoso repertorio.

Los motivos de las serenatas son muchos: “Nos solicitan para pedida de mano, para cumpleaños de adultos mayores, para funerales, para un grado o para pedir perdón. Incluso hay personas a quienes les gusta la música de cuerda y nos contratan cinco horas solo para que estemos tocando y contándoles nuestras anécdotas en este mundo”, cuenta Joel.
Tanto él como sus compañeros provienen de hogares musicales, el papá de Osvaldo perteneció al trío Garzón, y desde pequeño estuvo inmiscuido en la música de cuerda. Brian Gómez es de Nariño, donde esta música es tradición y comenzó a ejecutar el requinto desde niño, influenciado por el tío. Joel también es hijo de un músico.
Del balcón a la sala
En contraste, están los máster de los tríos, Los Románticos, de Colombia, cuyo director y requintista, Leandro Chávez, que ya va a cumplir 70 años, cuenta que aunque el conjunto conformado por dos guitarras, un requinto y tres voces, inició en Nariño, hace 30 años viven en Cali. Tienen 24 trabajos discográficos dedicados a la música romántica de trío y de cuerda y a sus canciones inéditas. “Interpretamos, en su mayoría, boleros románticos, pero el formato trío se presta para hacer música colombiana, costeña y baladas nuevas, porque vamos evolucionando con el tiempo”.

Para Leandro, la serenata está vigente, solo que ha evolucionado: “En los comienzos del trío, en mi pueblo, Ipiales, Pasto, aún se acostumbraba a hacer las serenatas de ventana, de balcón, para la novia o para la esposa, era muy romántica la situación, con el tiempo eso ha cambiado, siguen las serenatas de cumpleaños, de aniversario, pero ya se ha optado por darlas en la sala. Lo que no cambia es la esencia”.
En pandemia, admite, hicieron serenatas virtuales para quienes lo solicitaban.
“A veces nos llama un esposo y nos dice que la embarró por allí, le damos sugerencias de repertorio, y ha habido casos que en la misma serenata se ha dado la reconciliación, como también que no nos abren ni la puerta”.
A los jóvenes —dice— no solamente les gusta el reguetón, también tienen su lado romántico, nos piden baladas modernas para conquistar. “Me motiva ver que los padres le inculcan a sus hijos adolescentes la tradición y les enseñan las bonitas letras que tenían los baladistas”, aclara Leandro, quien ha pertenecido a Los Embajadores, de Ecuador; el Trío Martino y Los Hermano Arriagada.
Cada agrupación —explica— establece su tarifa: “Esto es como el whisky, hay desde $30.000 para arriba”. Depende de la trayectoria, de la organización y el profesionalismo de la agrupación: “Nosotros hacemos show de tarima, pero después de la pandemia tocó cambiar la forma de trabajar, se acabaron los espectáculos masivos, y la gente comenzó a solicitar presentaciones virtuales”.
Cuando se volvió a la presencialidad, organizaron sus tarifas: una serenata de 10 a 12 canciones, para 7 personas, la hacen acústica y si son más, amplifican el sonido: “El promedio nuestro es de $1.000.000 llevando todo, por 11 canciones”.
El trío Los Románticos, de Colombia, ya va como por la tercera generación. Han estado en festivales en La Habana, Cuba; Panamá, Puerto Rico y el Medio Oriente, “allí conocimos a unos libaneses que habían vivido en Latinoamérica y cantaban las canciones”.

Para Francisco Álvarez, de Cañabrava Trío, de Cali: “Las serenatas se han modernizado, los tríos ya no cantamos solamente boleros, nos damos ahora la licencia de transmitir el romanticismo con canciones modernas y otros ritmos, de música cubana, salsa y pop”.

Mujeres serenateras
El de The Divas Trío es un caso raro para muchos, e innovador para otros; este trío de cuerdas, integrado desde el 2017 por mujeres, es pionero y ejemplo para sus colegas músicas y cantantes que han conformado después de ellas sus propios conjuntos.
“Al inicio fue muy complicado, nos daba mucho temor el rechazo, se sentía el recelo de empresas, nos cerraban muchas puertas, pero ya hemos alternado en escenarios inimaginables”, detalla Gina Marcela Oliva, madre de dos niñas y primera voz y guitarra marcante de The Divas Trío. Lo integran también: Adriana Benavides, segunda voz, guitarra; Jazmín Insuasty, tercera voz y requinto, y Andrés Caicedo, bajo eléctrico, representante y director musical.
Como dice Gina, “en la mayoría de agrupaciones, los caballeros tocan los instrumentos y las melodías complejas y una mujer canta. Y llegamos nosotras a demostrar que podemos, ya nos contratan muchas mujeres para cantarle a su esposo, al novio o al papá, hay un apoyo cómplice, eso nos llena”.

Las serenatas se originaron en Italia, en los siglos XV y XVI. El término proviene de «sereno», referente a la noche en calma, ideal para cantarle a alguien bajo el cielo estrellado.
Isabel Peláez. Escribo, luego existo. Relatora de historias, sueños y personajes. Editora de cultura, entretenimiento y edición de contenidos digitales.