LITERATURA
Yehuda Berg, el líder espiritual de la Kabbalah, se confesó con El País
Yehuda Berg estará hoy en Cali, para dar su conferencia en el Teatro Calima.
Las charlas con líderes espirituales, de esos que tienen a Cali en la mira por ser una ciudad -dicen ellos- con gran inquietud espiritual, son de diferentes tipos. Algunos, lejanos y distantes, disponen de contados instantes vía telefónica para cruzar un par de preguntas generales.
Otros, sinceramente interesados en el crecimiento de la humanidad, usan cada retazo de energía y aliento para transmitir un mensaje de tolerancia y paz.
Hay líderes espirituales precedidos por su fama, y otros que con solo una sonrisa, una mirada y un gesto de sencillez y paz dan cuenta de su camino espiritual más allá de todos los pergaminos.
Pero el de ayer con Yehuda Berg fue un encuentro distinto de muchas maneras, pues no ocurrió en la postura distante que asumen entrevistador y entrevistado.
Para empezar, porque para sorpresa mía recibí la visita de Yehuda Berg en la sala de mi casa, un hecho sui generis, y porque dos semanas antes había llegado a mis manos, coincidencialmente, el libro del Zohar (‘Resplandor’, en español) texto sagrado escrito en arameo que condensa las leyes espirituales sobre las que -aseguran los estudiantes de la Kabbalah- está fundado el universo. Es decir, una suerte de código ancestral sobre las leyes espirituales de la vida.
Yehuda Berg, el mismo al que contemplo entre el asombro y la incredulidad mientras toma café conmigo, en mi sala, lleva más de 25 años estudiando en profundidad la Kabbalah, así que pedirle que sintetice el significado de tanta profundidad resultaría un exabrupto.
De tenis cómodos, camiseta negra y jeans negros, gorra deportiva en la cabeza, no es el tipo de maestro espiritual que estamos acostumbrados a identificar por su solemnidad y su rigidez. No usa mantos, signos externos, y hasta me confiesa que eso de meditar no fue, hasta hace muy poco, lo suyo.
El que tengo en frente es un hombre de mirada benévola, de risa fácil, de una ternura casi infantil, y cuando habla de su esposa y de sus cinco hijos se deshace en amor real, sin aspavientos ni poses que busquen convencer a nadie de nada.
Este autor, conferencista y líder espiritual de talla mundial está en Cali para dar hoy la conferencia ‘Sabiduría Personal’, en el Teatro Calima. Porque, como la súper estrella de la espiritualidad que es, anda de gira.
Un tour denominado ‘Sabiduría Personal’, y que habla -dice- de la importancia de darse a uno mismo segundas, terceras y cuartas oportunidades. “Qué difícil es perdonarnos a nosotros mismos”, explica.
Al ver su sencillez no puedo evitar recordar que Yehuda Berg ha vendido más de tres millones de libros en 22 lenguas, que mantiene una red de cursos a nivel mundial como guía espiritual y que es conocido como uno de los gestores de cambio más influyentes de América.
Yehuda Berg estará hoy en Cali, para dar su conferencia en el Teatro Calima. Boletería entre $130.000 y $220.000 disponible en Colboletos.
El rabino Berg proviene de un largo linaje de maestros. Y él mismo es líder espiritual de miles de personas a lo largo del mundo, incluida la cantante Madonna. También el actor Ashton Kutcher, entre otras personalidades de talla mundial.
Sí, este hombre de familia radicado en Los Ángeles es uno de los más grandes estudiosos de la Kabbalah, una sabiduría muy antigua que revela cómo funcionan la vida y el universo, pero el secreto de su éxito no es la teoría sino la sencillez y la claridad de su mensaje pues, confiesa, “solo hablo de lo que a mí me ha servido”. Cero carreta.
Al preguntarle sobre el momento que vive Colombia, de tanta polarización política y de tanta división en torno a los métodos y los tiempos para la paz, dice: “Intentar convencer a alguien que piensa tan distinto, no funciona. Lo que funciona es que cada uno de nosotros conecte con su paz interior, porque si más y más de nosotros conectamos con nuestro propósito de vida y vivimos en paz, podremos influir en el mundo”.
Habla de Colombia como un niño al que su madre le dice “limpia tu cuarto” y él en lugar de ordenar mete toda la ropa y los juguetes bajo la cama y dice “¡está limpio”. Así, explica, estaba Colombia: “Antes las Farc ocupaban todo el espectro noticioso, pero ahora viene un tiempo mucho más desafiante porque al fin verán las cosas como realmente son, verán la corrupción que estaba oculta. El paso uno fue salir de la distracción y ahora viene el paso dos, la real paz. Y para lograrlo, lo primero es que los niños tengan educación y oportunidades para el futuro. Hoy hay colombianos que ni siquiera sienten que tienen chances para el futuro. Hoy hay que cuidar por los que nadie cuida, hay que hacer que el cuidado por los más débiles penetre en la sociedad profundamente”.
Sobre el resurgir de los grupos de supremacía blanca en Estados Unidos, dice: “En mi país el presidente actual no inventó a esta gente. Los supremacistas blancos ya estaban allí, solo se ha corrido la cortina para ver que aún existen. La separación ya estaba allí, estuvo allí todo este tiempo, pero ahora podemos verla. La cuestión aquí es que, si podemos cultivar la tolerancia a partir de nosotros, podremos esparcir esa tolerancia a nuestro alrededor. Miremos hacia nosotros mismos.
¿Somos tolerantes? ¿Somos tolerantes con los que practican otra religión distinta a la nuestra? ¿Somos tolerantes con los que tienen otro color de piel? Olvidemos a los que son intolerantes sin razón, y pensemos en nosotros mismos. El universo es un espejo que refleja nuestra energía, y si esa energía es de tolerancia el universo la reflejará”, concluye.
Su consejo, en pocas palabras:
“No solía ser una persona que medita, en los últimos dos años empecé a meditar. Intento agradecer al Creador cada día. Cuando alguien me pregunta qué debo hacer, le respondo “eso depende”. A mí me tomó más de 40 años llevar mi mente a un lugar de quietud. Cada persona es muy diferente. Hay algunos que oran y sienten que Dios les está hablando. Otras personas no. No están mal, es tal vez que necesitan encontrar otra manera de conectar con Dios. Deben buscar otra manera de conectar con ese poder que reside en su interior. Lo que sea que funcione, háganlo. Hay gente que va a rezar a la iglesia y no siente a Dios. No les diría que dejen de ir a la iglesia, pero sí que además de ir intenten buscar una experiencia de Dios en el contacto con
la naturaleza, o cerca del agua, vayan a donde sea, hay muchas opciones para sentirlo. No podemos ser como el hámster que corre en la rueda sin ir a ninguna parte, salgamos de ese círculo, Dios es más grande”.