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Francisco José Lloreda, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo. | Foto: Foto: Colprensa

PETRÓLEO

"Es clave desarrollar los yacimientos no convencionales de petróleo": Francisco Lloreda

El presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo (ACP), Francisco Lloreda, hace precisiones sobre la técnica del ‘fracking’. Colombia está preparada, dice.

2 de septiembre de 2018 Por: Colprensa / El País

Un nuevo pulso se vivió esta semana frente al tema del ‘fracking’ por cuenta de las declaraciones del contralor General de la República, Edgardo Maya Villazón, quien aseguró que Colombia no está suficientemente preparada para mitigar los efectos y las afectaciones ambientales de esta práctica.

Según Maya, actualmente no se cuenta con los términos de referencia ambientales para la explotación mediante dicha técnica, por lo que pidió una moratoria en la aplicación de la misma.

El presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo (ACP), Francisco José Lloreda, fue el primero en salirle al paso a las declaraciones del contralor. Aseguró que en Colombia no existe actualmente ningún proyecto de yacimientos no convencionales en etapa de producción y que, por el contrario, el país lleva diez años preparándose para desarrollar esta técnica.

¿Por qué desde la asociación defienden la implementación del ‘fracking’?

El futuro de nuestra industria está en riesgo, dado que las reservas probadas de crudo alcanzan solo para 5,6 años y las de gas para 10 años. Dadas las condiciones de los campos que estamos encontrando, donde cada día hallamos menos crudo y gas en lo que conocemos como yacimientos convencionales, surge la importancia de desarrollar los yacimientos no convencionales.

¿Qué pasa si el país no logra explotar estos recursos a través de esta técnica?

Si Colombia se abstiene de desarrollar sus yacimientos no convencionales tendremos un riesgo cierto de perder la autosuficiencia energética, de prescindir de unos recursos que son muy importantes para la inversión, tanto nacional como regional, y no estaremos en condiciones de tener una sostenibilidad fiscal de mediano plazo, lo cual necesariamente se traduciría en más impuestos para todos. Por eso hemos insistido en la importancia de desarrollar de manera responsable y segura estos yacimientos.

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Pero existe una gran preocupación de los ambientalistas por esta práctica ¿Qué decirles?

Existen inquietudes válidas por parte de las comunidades y de muchos colombianos, dado que han escuchado decir que esta práctica acabará con el recurso hídrico del país y que deben escoger entre agua y ‘fracking’. Infortunadamente este dilema ha causado preocupación y rechazo, y digo infortunadamente porque este dilema no existe.

Colombia no tiene por qué escoger, porque el uso de esta tecnología es totalmente compatible con el mayor cuidado y protección de nuestros ecosistemas y de nuestros recursos naturales. Infortunadamente hay mucha desinformación, hay mucho engaño y creo que tiene que darse un debate técnico, con sustento científico, porque se ha convertido en un debate emotivo y de carácter político.

El Contralor aseguró que Colombia no está preparada para mitigar los riesgos y las afectaciones que dejaría el ‘fracking’. ¿Qué tanta razón tiene en sus declaraciones?

Se equivoca el Contralor Maya y lo digo con el respeto que me merece. El proceso de desarrollo de los yacimientos no convencionales es en dos fases: la exploratoria y la explotación. Colombia lleva más de diez años preparándose para comprobar si es cierto o no que contamos con un recurso de petróleo y gas atrapado en las rocas generadoras de hidrocarburo. Para esa fase no solo el país, las instituciones y las empresas están listas, se cuenta con unos términos de referencia de carácter ambiental, que son los más estrictos a nivel internacional, contamos con toda la regulación de carácter técnico sobre la parte operativa de la actividad exploratoria y con una serie de normas de regulación adicional para hacerlo de una manera segura y responsable.

Y para la segunda fase...

Si validamos que existe petróleo y gas atrapado en esas rocas, el país podría empezar a ver producción en dos, tres o cuatro años. Para esa segunda fase el Ministerio de Ambiente está trabajando un plan de alistamiento, que incluye unos términos de referencia ambientales que aún no se han expedido y que incluyen realizar una serie de estudios, pero para lo cual el país cuenta con tiempo.

En conclusión, el país está listo y preparado y sus instituciones para avanzar con la fase uno, mientras conseguimos el plan de alistamiento y preparamos al país para la parte de explotación con todo el rigor y la responsabilidad.

¿Qué riesgos existen en esa primera fase?

Los posibles impactos y los riesgos son muy similares a los de una actividad convencional y, en todo caso, están identificados, se pueden prevenir y la industria es la más interesada en realizarlo, porque es la menos interesada en tener accidentes y contingencias. La fase exploratoria comprende la perforación de un número de pozos que nos permitan verificar si hay o no petróleo y gas atrapado en las rocas, y se estima en alrededor de doce pozos para cumplir ese objetivo.

La diferencia entre los yacimientos convencionales y no convencionales es que en este caso el proceso de perforación desciende 2 ó 3 kilómetros más hasta llegar a la roca productora donde se adelanta el fracturamiento, para lo cual se requieren unos volúmenes de agua importantes y por supuesto un tratamiento adecuado de lo que conocemos como fluidos de retorno, una vez se haya hecho el fracturamiento, que es el que permite que salga a cuenta gotas el petróleo o el gas.

Usted menciona el tema del agua, que es otra de las grandes preocupaciones con esta técnica. ¿Qué pasa con este recurso?

Es cierto que para fracturar la roca a través de un pozo se requiere de un volumen importante de agua, pero dependiendo con qué lo comparamos es mucha o poca. Por ejemplo, para perforar un pozo se requieren 20.000 metros cúbicos de agua, el pozo se requiere fracturar una sola vez y empieza a producir hasta por 20 años. En el caso del arroz, para sembrar una hectárea y mantenerla durante 20 años se necesitan 300.000 metros cúbicos de agua, es decir, 15 veces más que lo que requiere un pozo, con la diferencia que el agua del pozo se vuelve a utilizar.

Puede ser mucho o poco, cada cual lo analizará, pero esto indica que existe una preocupación exagerada por el volumen de agua, cuando la industria de los hidrocarburos hoy día solo utiliza 1,6 % del recurso hídrico.

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Pese a que Colombia viene preparándose desde hace 10 años para implementar esta técnica, el Contralor manifestó que todavía existen vacíos en los estudios de detalle y datos suficientes sobre el tema ambiental. ¿Está equivocado?

El Contralor solicitó suspender la explotación de hidrocarburos de yacimientos no convencionales extraídos con ‘fracking’, y en este momento en Colombia no se está desarrollando ninguna actividad de producción de recursos a través de esta técnica. En el mejor de los casos esto empezaría en cuatro años. En este momento ni siquiera hemos logrado introducir un taladro con un propósito exploratorio. Es decir que el Vontralor está pidiendo suspender algo que no ha empezado.

Además, solicitó una moratoria, pero lo que no recuerda es que llevamos más de diez años en moratoria. Aquí no se requieren moratorias, aquí lo que se requiere es proceder a explorar con responsabilidad para validar si contamos o no con ese recurso. No tiene sentido que en Colombia estemos dando toda una discusión sobre si producimos o no recursos de estos yacimientos, cuando ni siquiera hemos logrado validar, a través de un proceso exploratorio, si contamos con esos recursos.

¿Por qué entonces se abre esta polémica?

No logro encontrarle respuesta, porque no es fácil entender que haya quienes se oponen a que Colombia continúe siendo autosuficiente en materia energética, hay quienes se oponen a que Colombia continúe recibiendo unos ingresos importantes de la industria petrolera en las próximas décadas y me queda difícil entender que hay quienes prefieran que en lugar de renta petrolera los colombianos paguemos mas impuestos, porque si hay algo claro es que lo que la industria no está en condiciones de aportar a la renta nacional y regional, en los próximos años lo vamos a aportar los colombianos a través de impuestos.

¿Qué les ha dicho el nuevo Gobierno sobre este tema?

La ministra de Minas, María Fernanda Suárez, señaló con claridad su importancia y ella se ha puesto en la tarea de adelantar un trabajo de pedagogía, no solo en el Gobierno sino hacia afuera, para explicar su conveniencia y cómo se puede adelantar de una manera segura y confiable.

Usted ha manifestado que se necesita un discusión más a fondo. ¿qué bases necesita ese debate?

Esa discusión debe darse con información veraz y con evidencia científica, pero también apreciando lo que está ocurriendo a nivel internacional.

Contrario a lo que muchos indican, cada día hay más países que toman la decisión de desarrollar sus yacimientos no convencionales. Es más, hoy casi el 10 % de la producción mundial de petróleo es de yacimientos no convencionales y solo en Estados Unidos hay dos millones de pozos productores.

Entonces, este es un debate que debe darse con altura, con rigor, y no con simples frases emotivas, porque Colombia no puede correr el riesgo de equivocar su camino cuando este incide en el desarrollo y la calidad de vida de tantas personas.

Balance

Este año ha sido de recuperación para la industria, ¿qué balance hace del sector?

Comparado con los años recientes de crisis el sector ha levantado cabeza, pero estamos lejos de alcanzar el desarrollo que podría tener.
A agosto de este año hemos perforado 26 pozos exploratorios, en 2013 cumplimos el año con 130. En un momento logramos mas de 30.000 kilómetros de sísmica, este año no llegamos a 1000 hasta ahora.

En 2014 en la industria se invirtieron más de 8000 millones de dólares, este año, si nos va bien, van a ser 4000 millones. Esto va a ser un momento determinante, no solo para la industria sino para el país, porque el sector ha sido un aliado del desarrollo de Colombia y desea continuar siéndolo, ojalá sea posible.

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