‘Nacidas para hacer dragma’, la obra queer que se presenta este lunes en el FIT Cali

El Garabato es un personaje recordado de la serie ‘Pálpito’, estrenada por Netflix en 2022, que impactó al público por ser un criminal perverso y homofóbico. El actor detrás de este villano es el bogotano Juan Tarquino, un graduado en artes escénicas de la Universidad Pedagógica Nacional, considerado una revelación de la actuación en Colombia.

Hay otro personaje, o mejor un alter ego de Juan Tarquino, completamente opuesto a El Garabato, que es más reconocido, incluso apareció en la Revista Vogue, y sigue cautivando desde todos los escenarios, se trata de Lesley Wolf, una de las drag queen más reconocidas de Latinoamérica y un referente de la diversidad en Colombia.

Lesley Wolf es precisamente una de las protagonistas de ‘Nacidas para hacer dragma’, una obra queer escrita y dirigida por Juan Tarquino y Javier Piracún, que se presentará hoy a las 6:30 p. m. en el Teatro Jorge Isaacs, dentro de la programación oficial del décimo Festival Internacional de Teatro (FIT Cali, 2025).

Desde hace siete años, Tarquino viene desarrollando, de la mano de Lesley Wolf, su faceta de arte drag, dándole un giro más reflexivo y pedagógico al transformismo, llevándolo más allá de la comunidad LGBTIQ+. De hecho, hace cuatro años creó el Colectivo Teatral Dragmáticas, a través del cual comenzaron a representar sus obras en La Casa E Borrero, un espacio icónico de las artes escénicas en la capital, con la grata sorpresa de que llenaron el teatro en cada una de sus temporadas.

Antes del debut en Cali, Juan Tarquino enseña por qué el arte queer es para todos los públicos.

¿A qué atribuye el éxito de sus obras drag queen?

Somos un colectivo queer, pero nuestras obras no se limitan a esta comunidad, el público que nos ve es queer y general, porque lo hemos comprobado en funciones con empresas y entre familias que asisten, en las que no tienen dentro de su composición una persona queer, y eso nos alegra mucho, porque es abrir un poco otras puertas, para que nos permitan contar estas historias queer a todo el mundo.

Ahí es donde radica un poco el sentido de esa palabra que está tan de moda ahora y es la inclusión, compartiendo en el escenario nuestras historias generamos empatía. De modo que, si bien nuestras obras son creadas por un colectivo de personas diversas, hacemos arte para todo el tipo de personas.

¿Cómo podemos definir el arte drag queen?

El DRAG es un retroacrónimo que significa Dress as Another Gender, que puede traducirse como “vestirse de otro género”, pero va mucho más allá de eso, no solo implica cambiar la vestimenta.

En este sentido, el arte drag es una expresión artística que viene desde los inicios del teatro, como cuando en los tiempos de Shakespeare, el periodo isabelino en Inglaterra, las mujeres no podían participar en muchos espacios, ni en política ni en las artes escénicas, por lo que en los montajes de las obras eran los hombres con fisonomía más femenina a los que se les entregaban los papeles de mujer. Esto fue evolucionando, hasta que la población LGBTIQ+ se apropió de esta dinámica con el afán de expresar su libertad, y hoy día el drag hace parte de la cultura popular y existen concursos en televisión abierta mundial, series y películas.

¿Y qué ha significado en su vida?

Para mí el drag es una lucha, un medio de expresión, pero sobre todo es una pelea contra las limitaciones del género. También siento que es un juego donde las personas diversas encuentran una manera de ser y de hacer, de habitar el mundo.

Ser drag es crear un personaje que seguramente diga lo que yo no puedo decir o que me permita jugar con lo que yo no he podido, porque la sociedad me limita.

¿Cómo ha venido creciendo el espacio del arte drag en Colombia?

Tenemos presencia drag, al menos, en las principales ciudades de nuestro país, lo que quiere decir que hemos evolucionado un poco, algo que es bien importante, no solamente por generar empleo y permitirnos una ventana de expresión, también porque necesitamos un país donde la diversidad sea reconocida y tenga representación masiva, por eso, con el arte drag buscamos mantenerla en estos espacios como teatros y festivales.

Desde el Colectivo Dragmáticas es crucial luchar por abrir esta representación, y esta es una labor que yo me eché al hombro desde hace buenos años, incluso antes de crear el colectivo.

¿Se ha negado el reconocimiento artístico a la cultura queer?

Generalmente el drag está limitado a la noche, a la fiesta, al bar, cosa que no está mal, pero son espacios en los que nos obligaron a habitar, a escondernos en lo oscuro, los márgenes, así ha sido la historia queer, y siento que seguir habitando esos lugares con el drag es maravilloso, pero, por otro lado, el drag al ser un arte integral donde tú puedes bailar, cantar, actuar, escribir, dar conferencias, trabajar desde el laboratorio creativo, entonces nuestra lucha en este momento es justamente redignificarlo en nuestro país.

Volver a hacer que el drag vuelva al teatro, hacer que el drag habite otros espacios de enseñanza como conversatorios en la universidad, talleres para las personas interesadas y todos los espacios que tienen ganados las artes en general.

¿Qué representa para Dragmáticas ser invitadas al FIT Cali?

Estar aquí es una validación que nos permite decir: “Lo estamos haciendo bien”. Cali me parece un escenario absolutamente vital, importante y además maravilloso, porque sí he tenido la oportunidad de estar con shows de Lesley y me parece que el público es amoroso y muy festivo, que nos recibe de muy buena manera. Sentimos orgullo y honor al haber sido invitados, porque definitivamente seguimos abriendo espacios para visibilizar el arte queer.

Lesley Wolf, una biografía queer

”Ella es una señora que tiene mi misma edad. Pero cuando digo señora, me refiero a su elegancia, al porte y a su discurso que tiene bastante peso, porque habla sobre lo político y sobre lo pedagógico, no porque yo que se lo haya querido imponer, sino que es parte de su carácter de líder, por eso ella va al frente Dragmáticas y así se ha ganado muchos espacios”.

“Es un personaje, uno de tantos que he hecho, pero debo decir que es del que más he aprendido y que más me ha sanado como ser humano. Lesley nació cuando yo tenía 38 años, recién regresado de estudiar y trabajar en otros proyectos en Argentina. Ella me ha permitido reencontrarme con ese niño interior”.