Colombia
Cautivo “por error”: Fabián Ramos Cruz, el campesino que pasó diez años en la cárcel acusado de explotar un hotel; la JEP lo declaró inocente
Fue acusado de liderar un frente de las extintas Farc, pese a que le teme a las armas y a su padre lo mató la guerrilla. No había pruebas en su contra, solo el relato de tres reinsertados.

Era el 27 de septiembre de 2008. Fabián Ramos Cruz, un campesino nacido en el municipio de Puerto Lleras, se dirigió a Granada para tramitar su pasado judicial en la que fue la última brigada de atención que realizó en el Meta el extinto Departamento Administrativo de Seguridad, DAS.
Fabián requería el documento para postularse a una vacante de trabajo en Ecopetrol. Cuando los agentes del DAS lo atendieron, le aseguraron que tenía una orden de captura vigente desde hacía un año.
Para las autoridades de la época, Fabián Ramos Cruz era en realidad alias Mauricio Pitufo, el jefe del frente 43 de la guerrilla de las Farc, responsable, entre otros delitos, de explotar el hotel Acapulco del municipio de Puerto Rico, que provocó la muerte de dos menores de edad, cuatro soldados y un vendedor de frutas. Ese mismo día lo capturaron y Fabián, pese a todo, se sentía tranquilo. “Debe ser un error, cuando verifiquen mi identidad, me sueltan. El que nada debe, nada teme”, pensó.

Sin embargo, pasaron diez años y ocho meses para que el “error” por fin se empezara a aclarar. Ese fue el tiempo que permaneció preso por delitos que no cometió.
— Me llevaron primero a la cárcel Distrital de Villavicencio y después, a la cárcel Alcatraz de Acacías (Meta).
Es jueves, en la mañana, y Fabián pinta de blanco y rojo los cercos de una finca platanera en Puerto Lleras, donde vive. Tras cada brochazo, narra su vida.
Siempre fue agricultor. Su mamá, Blanca Ligia Cruz Montoya, tenía una finca y con ella aprendió a cultivar la tierra, sobre todo plátano. Jamás le gustaron las armas como para que lo acusaran de pertenecer a la guerrilla. Les tenía miedo. A su padre, precisamente, lo asesinó el frente 43 de las Farc.

Cuando conversa, Fabián de vez en cuando tartamudea. Se le dificulta hablar. Ese fue uno de los argumentos de su defensa para demostrar que no era alias Mauricio Pitufo, un comandante guerrillero que, para hablarles a sus ‘camaradas’, debía subirse a un asiento por su baja estatura de apenas 1.50. Fabián Ramos Cruz, el campesino con el que lo confundieron, es más alto.
— La cárcel me dio muy duro. Imagínese, más de diez años encerrado sin deber nada. Mientras estuve preso murió mi mamá. Ni siquiera pude ver el ataúd. En la cárcel todo era hacer fila: para el desayuno, para el almuerzo, todo. No tuve problemas, no me metía con nadie. Allá terminé de estudiar el bachillerato.
Su hermano, Juan Carlos, está seguro de que Blanca Ligia, su madre, murió de tristeza tras la captura injusta de Fabián. Ella sufría de problemas renales y seis meses después de que a su hijo lo detuvieron, falleció.
— Le dio una depresión muy fuerte, como a toda la familia. Nadie entendía qué estaba pasando, si Fabián mantenía en la finca, trabajando, jamás empuñó un arma. La cárcel cambió a mi hermano. Cuando salió, en 2019, bajo la figura de libertad condicional, lo sentí alejado, introvertido. El Estado no le ha brindado un psicólogo. Una vez lo visitó en la cárcel el periodista Herbin Hoyos. Yo estuve en Bogotá, fui a su programa, ‘Las voces del secuestro’, y conté su historia y Herbin quiso apoyarlo – cuenta Juan Carlos, quien enseguida menciona la aparición de un ángel en forma de abogado empírico.
Su nombre es Jairo Edilberto Quitián Ariza. Fue quien inició la lucha jurídica para demostrar que Fabián Ramos Cruz era inocente de los cargos por los que fue condenado a más de 40 años de cárcel: homicidio en persona protegida y terrorismo. En su oficina, Jairo dice:

—Desde que yo salí desplazado y me di cuenta cómo eran los abusos del Estado contra la gente vulnerable, decidí trabajar contra eso. No tengo el título de abogado, pero aprendí derecho a la brava para defender presos víctimas de falsos positivos judiciales a quienes los juristas les cobraban desde $4 millones por solo leer el expediente. El primer caso que atendí fue el de Libaniel Palomino Rodríguez, que condenaron a 58 años de cárcel por un atentado frente a las instalaciones de la Séptima Brigada en Villavicencio, donde explotó un taxi y las tripas del taxista quedaron colgadas en las cuerda de la luz. Fue a través de Libaniel, quien ya está libre, que conocí a Fabián Ramos Cruz, otro inocente.
Para lograr su libertad, primero condicionada, Jairo envió una solicitud para que Fabián se acogiera a la Justicia Especial para la Paz, JEP, tras el proceso de paz con las Farc en 2016. Si era acusado de guerrillero, fue más o menos el argumento, que se acogiera a los beneficios del proceso de paz para, una vez en libertad, demostrara su inocencia.
Así ocurrió. El 14 de junio de 2019, Fabián salió de la cárcel con el compromiso de presentarse a las audiencias de la JEP y rendir informes sobre sus actividades personales y ubicación.
Ya en libertad, Jairo Edilberto Quitián contactó al abogado Marco Tulio Daza para que continuara con la defensa. El abogado pidió la revisión de la condena contra Fabián gracias a que tenía nuevas pruebas que comprobaban que jamás había sido guerrillero.
Una de esas pruebas ‘reina’ fue la Operación Dinastía del Ejército, en inmediaciones entre Meta y Guaviare, entre el 31 de diciembre de 2009 y el 1 de enero de 2010. En aquel operativo a la madrugada, fue dado de baja el verdadero alias Mauricio Pitufo.

Lo que se cuenta es que los guerrilleros celebraron con una gran fiesta el fin de año, pidieron comida, trago, música, y en aquel “domicilio” en la selva la inteligencia militar instaló chips de ubicación.
La otra prueba reina de la defensa fue un libro llamado ‘La vorágine del conflicto colombiano’, escrito por Miguel Ángel Beltrán Villegas, un preso político. Reúne testimonios de integrantes de los grupos armados que estaban en las cárceles del país, desde cómo ingresaron al conflicto, cómo ascendieron en la guerrilla o en las unidades paramilitares, hasta cómo terminaron tras las rejas. En ese libro, casualmente, está el testimonio de un hermano del verdadero ‘Mauricio Pitufo’.
Con el relato, el abogado Marco Tulio Daza hizo un paralelo comparativo entre las dos familias: la de Alias Pitufo y la de Fabián Ramos Cruz, para demostrar que eran personas diferentes, con familias diferentes, que crecieron en contextos diferentes. Mientras que dos hermanos de alias Mauricio Pitufo ya fallecieron, los hermanos de Fabián siguen con vida.
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Además, no había ninguna prueba de que Fabián partenecía a las Farc, pues fue condenado solo por los testimonios de tres reinsertados que le adjudicaron una comandancia en el frente 43, quizá para obtener beneficios judiciales.
Otra prueba que se tuvo en cuenta para demostrar su inocencia fue la declaración de Carlos Cecilio Parra González, un exguerrillero de las Farc también preso por el atentado del hotel Acapulco que, dice la leyenda, la misma guerrilla construyó y lo sembró de bombas que debían ser activadas cuando se hospedara allí alguien de relevancia política o militar.
Carlos Cecilio conoció a Fabián en la cárcel y le aseguró que declararía a su favor, pues él conocía al verdadero ‘Mauricio Pitufo’. Fue así como la Sección de Revisión de JEP, en un comunicado, dijo: “resulta imperioso declarar la inocencia de Fabián Ramos Cruz”.
Mientras termina de pintar el cerco, Fabián cuenta que su “pensado” es tener una finca propia donde cultivar la tierra y dejar atrás esa década que pasó en la cárcel de manera injusta.
Sin embargo, su reparación por parte del Estado aún no está clara. Una juez argumenta que estuvo preso por una orden de una sentencia en firme en su momento, que en la época se consideraba legal y válida, explica su abogado Marco Tulio Daza.
Con la decisión de la JEP de declarar la inocencia de Fabián se espera que eso cambie o de lo contrario, se interpondrá una demanda ante el Consejo de Estado.
Fabián, por lo pronto, sigue haciendo lo que ama, lo que ha hecho desde niño: trabajar la tierra.
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