Opinión

El Suroccidente en pie: Seguridad sin concesiones

Columna de opinión de Ana María Sanclemente, experta en seguridad ciudadana.

La alcaldesa de Dagua, Ana María Sanclemente, ha pedido al Gobierno Nacional que le preste atención a la situación de orden público en el municipio.
Ana María Sanclemente | Foto: Tomado de las redes sociales de Ana María Sanclemente.

21 de jun de 2025, 01:59 p. m.

Actualizado el 21 de jun de 2025, 01:59 p. m.

Por: Ana María Sanclemente

El suroccidente colombiano está bajo asedio. Lo que ha sido un territorio de esperanza, producción agrícola y diversidad cultural, hoy enfrenta un grave deterioro en seguridad.

Desde el norte del Cauca hasta el suroeste del Valle del Cauca, pasando por Nariño y parte del Chocó, avanza una nueva ola de violencia impulsada por las disidencias de las Farc, el aumento de los cultivos ilícitos —252.572 hectáreas en 2023, récord nacional— y la expansión de la minería ilegal, presente en 29 departamentos, con más de 94.000 hectáreas afectadas, especialmente en esta región.

Estos fenómenos no son aislados. Están profundamente conectados y constituyen el motor del conflicto: una economía criminal que financia el reclutamiento forzado, los atentados contra civiles y miembros de la Fuerza Pública, y fortalece estructuras armadas ilegales.

La alcaldesa de Dagua, Ana María Sanclemente, ha pedido al Gobierno Nacional que le preste atención a la situación de orden público en el municipio.
Ana María Sanclemente | Foto: Tomado de las redes sociales de Ana María Sanclemente.

El incremento de la presencia armada en zonas rurales y los recientes ataques a la institucionalidad demuestran que el control territorial se disputa a sangre y fuego. La respuesta del Gobierno ha sido débil, fragmentada y permisiva. No puede seguir ocurriendo que, mientras los grupos armados avanzan, el Estado se retire, dialogue sin condiciones y termine premiando la violencia.

La ciudadanía ha sido víctima, pero también ejemplo. Las comunidades del suroccidente han resistido el fuego cruzado, el abandono estatal y la desesperanza. A pesar de las amenazas y bloqueos, el Valle del Cauca es hoy el tercer departamento más competitivo del país.

Esta tierra no se rinde. Aquí hay talento, empuje y futuro. Es hora de transformar esa fuerza colectiva en exigencia pública.

Necesitamos un viraje, con urgencia. Colombia no puede seguir construyendo su política de seguridad sobre concesiones a los criminales. Es momento de fortalecer a quienes están del lado correcto: nuestra Fuerza Pública. Esto implica inversión en inteligencia, tecnología, aeronaves, capacidades operativas y presencia territorial.

No se puede enfrentar una estructura narco-terrorista del siglo XXI con herramientas del pasado.

La seguridad no se negocia: se construye con autoridad legítima, inversión estratégica y voluntad política. El suroccidente no puede ser la excepción ni el sacrificio.

Debe marcar un punto de inflexión hacia una política de seguridad nacional seria, sin eufemismos ni debilidades.

La invitación es clara: seamos fuertes y estemos unidos. Como ciudadanos, líderes sociales, empresarios, comerciantes y camelladores que madrugan a construir región.

Como jóvenes que no quieren heredar el miedo, como mujeres que defienden la vida, como comunidades que exigen justicia y presencia del Estado en cada rincón olvidado.

Esta lucha es de todos. Porque todos somos parte de un suroccidente que quiere vivir en paz, producir con libertad y crecer con oportunidades.

Solo así —con determinación, sin miedo y hombro a hombro— podremos arrebatarle nuestros territorios al crimen y devolvérselos a la esperanza. Hoy, más que nunca, defender nuestra región es defender el futuro de Colombia.

*Experta en seguridad ciudadana

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