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UNIVERSIDAD DEL VALLE

Las dos caleñas que están en el top de las mejores 25 científicas de América Latina

Johana y Lina hacen parte del listado de las mejores 25 científicas de América Latina

7 de marzo de 2022 Por: Daniel Molina Durango
Edna Johana Bolívar y Lina Carmenza Valderrama. | Foto: Galería de El País

Edna Johana Bolívar soñó desde pequeña con ser médica, pero la vida no se la iba a poner tan fácil: en su adolescencia, trató de ingresar en dos oportunidades a medicina, pero en ambas ocasiones, dice ella, las puertas se le cerraron. —Todo el mundo sabe que entrar a estudiar esa carrera es muy complicado por diferentes factores— cuenta.

Por otro lado, Lina Carmenza Valderrama anhelaba ser científica desde muy pequeña, cuando acompañaba a su madre a dictar clases en una pequeña escuela de la zona rural de Jamundí, municipio en el que nació.

Pero cuando terminó el colegio, por sugerencia de sus padres, ingresó primero a estudiar ingeniería en la Universidad del Valle. —Ellos deseaban que yo fuera muy exitosa y la ciencia en Colombia no es un campo muy apoyado— rememora años después.

Enfrentarse a situaciones como estas y no desistir fue la decisión que marcó la vida de estas dos mujeres, que en febrero de este año fueron incluidas por la prestigiosa empresa multinacional de ciencia ‘3M’ en el listado de las 25 científicas latinoamericanas más destacadas.

La motivación del concurso es recortar las brechas de género y exaltar el trabajo de mujeres que, por medio de sus ideas, impactan positivamente a su entorno, siendo agentes de cambio.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, Edna Johana y Lina, profesionales apasionadas que además llevan a Cali en el corazón, hablaron con El País sobre este enorme reconocimiento que compartieron con otras dos colombianas al igual que con colegas de Perú, Brasil, Panamá, Costa Rica, México, Chile y Argentina.

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Johana desarrolla tejidos artificiales

A pesar de no haber podido estudiar medicina, Johana decidió dejar a un lado cualquier tipo de lamento y por eso ingresó al programa de ingeniería de alimentos de la Universidad del Valle, donde buscó poner en práctica lo que la apasiona: ayudar a los demás. —Me enfoqué en mejorar la calidad nutricional de productos— relata.

Los sueños representan esa motivación que necesita cada persona para vivir. Por eso, tras graduarse y realizar una maestría en la misma área (ingeniería de alimentos), Johana buscó la posibilidad de estudiar en el exterior, pero en el campo de la medicina.

Fue así como obtuvo una beca para hacer un doctorado en biotecnología en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, en México.

Allí le dio vida a su proyecto ‘Mundo natural y esqueletos artificiales’, con el que se postuló y ganó la distinción de ‘3M’. Su idea nace con el objetivo de ayudar a personas que hayan tenido afectaciones en su músculo esquelético a causa de lesiones o graves accidentes.

En el cuerpo hay tres tipos de tejidos musculares: el cardiaco, el liso y el esquelético. Este último es el que más presencia tiene en el cuerpo y se le conoce como ‘músculo’. Su afectación representa la segunda causa de discapacidad a nivel global según la Organización Mundial de la Salud.

El tejido se desarrolla con una técnica sencilla y de bajo costo denominada ‘bioimpresión caótica’, donde un fluido es cargado con células musculares que se desarrollan naturalmente, igual que los tejidos humanos.

Tras unos días, las células generan un tejido tipo músculo que se puede equipar con canales internos vacíos, que se asemejan a la función de los vasos sanguíneos. La idea es que, en un futuro cercano, ese tipo de tejidos sean implantados, según Johana.

Recibir este premio representó para ella un gran honor y se lo dedica a las mujeres que quieren vivir de la ciencia.

—Me siento honrada por representar a la mujer latinoamericana. En Cali hay muchas mujeres que se quieren dedicar a la ciencia, pero no cuentan con los recursos y, como yo, tienen que salir del país, por lo que mi sueño es crear un centro de investigación para fomentar y desarrollar proyectos— afirma.

Incluir el proyecto en la segunda edición del libro del concurso, generar un plan de visibilidad y una beca en el Tecnológico de Monterrey fueron algunos de los premios para las ganadoras.

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Lina y su amor por la naturaleza

La ciencia siguió tentando a Lina, incluso después de que se matriculara en ingeniería: en clase, un docente le aconsejó cambiarse de carrera —porque me decía que yo cuestionaba mucho cada cosa— recuerda con humor.

De esa forma, Lina Carmenza se cambió al programa de biología, también en la Universidad del Valle, y asegura que esa ha sido una de las mejores decisiones de su vida.

—Tomar esa decisión fue algo maravilloso. Estuve becada durante toda la carrera y eso me demostró que, cuando algo te apasiona, normalmente eres bueno, entonces te va a ir bien— dice.

Graduada con honores y ya con títulos de magíster y doctora (gracias a una alianza realizada con la Universidad de Georgia, en Estados Unidos), el proyecto central de investigación de Lina se centra en la agroindustria, y en la manera de encontrar fertilizantes amigables con el medioambiente.

Fue así como nació su idea ‘Ciencia y tierra para todas’, en la que trabaja con cultivos a base de bacterias fijadoras de nitrógeno.

—El fertilizante que se utiliza en los cultivos es muy costoso y se produce a altas temperaturas en países como Rusia, pero las bacterias toman el nitrógeno y hacen el proceso de forma natural. Esto abre las puertas de una agricultura mucho más amigable—, indica con emoción.

Además de su trabajo como científica e investigadora, Lina es cofundadora de la organización ‘Mujeres agro’, una comunidad que promueve la equidad de género en los ámbitos industrial, productivo, académico, científico y social en el sector agropecuario en Colombia, Latinoamérica y Caribe.

Pese a su reconocimiento y a sus éxitos como investigadora, Lina decidió quedarse a vivir en Colombia, aún teniendo claro que en el país invertir en ciencia no es una prioridad por las diferentes carencias que hay en otros sectores. Y la razón de esto es que su gran anhelo es inspirar a otras mujeres a seguir su camino.

—Tengo una hija y también sobrinas, y por eso quiero decir que creo en la mujer rural que crea y cultiva. Sueño con que las mujeres de nuestra región vean en la ciencia una esperanza para lograr esa unión tan necesaria entre lo que es la industria y la comunidad, disminuyendo los fuertes impactos al medioambiente— afirmó Lina.

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