Cultura
Así era Guillermo Piedrahíta, reconocido actor y maestro que devolvió el civismo a los caleños con su personaje el Vivo Bobo
Contrario a su popular personaje, Piedrahíta era un consumado artista teatral con una vida muy reservada.

26 de jun de 2025, 01:27 a. m.
Actualizado el 26 de jun de 2025, 01:27 a. m.
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En la mañana de este miércoles, 25 de junio, se confirmó el fallecimiento del reconocido actor caleño Guillermo Piedrahíta a sus 80 años. Egresado de la Escuela de Teatro de Bellas Artes y licenciado en Artes Dramáticas de la Universidad del Valle, se desempeñó como actor de importantes obras y en televisión, fue cofundador junto a Enrique Buenaventura del Teatro Experimental de Cali (TEC), y del Departamento de Artes Escénicas de Univalle, donde fue docente hasta su jubilación.
Su paso a la cultura popular vino cuando interpretó al personaje del Vivo Bobo para una campaña cívica de la Alcaldía de Cali, en una serie de comerciales icónicos del año 1993 que marcaron a toda una generación y lo convirtieron en un rostro emblemático de la caleñidad.
“El Vivo Bobo” no fue solo una campaña, fue un espejo que nos confrontó como sociedad y nos ayudó a entender que la astucia que daña no es virtud, es egoísmo.
— Secretaría de Cultura del Valle del Cauca (@cultura_valle) June 25, 2025
Desde @GobValle honramos su legado, ese que marcó un antes y un después en la forma de pensarnos como ciudadanos. pic.twitter.com/LUF3jYmCCc
Recordamos el legado cívico del querido actor con algunos extractos del perfil “El que transforma con la risa”, que Santiago Cruz Hoyos, cronista de El País, le realizó a Guillermo Piedrahíta en 2012, cuando volvió a interpretar para nuevos comerciales a su icónico personaje.
“El personaje tuvo el poder de transformar, en parte, en una época, una ciudad y todo mientras nos reíamos de nosotros mismos”, expresa Cruz Hoyos sobre el actor.
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El Vivo Bobo ni de fundas haría yoga, por ejemplo. El Vivo Bobo no se va a poner a practicar aikido por el cuento de mantenerse bien físicamente. Tampoco se va a pasar el tiempo libre leyendo la historia del teatro español, mucho menos va a escuchar de vez en cuando las cuatro estaciones de Vivaldi o las composiciones de Bach. A Guillermo Piedrahíta, el actor, en cambio, le gusta todo eso.
Uno cree que se va a encontrar con un hombre con camisa de flores de todos los colores, chabacano. Uno piensa que se va a encontrar con un personaje, digamos, popular. Se lo imagina mirando muchachas y lanzándoles piropos. Se lo imagina riéndose a carcajadas, estrellando las palmas de las manos, haciendo chistes en voz alta, diciendo una que otra grosería.
Y resulta que no. Guillermo habla pausado, tranquilo, de personajes y temas que el Vivo Bobo desconoce rotundamente: Chaplin, Bertolt Brecht, el maestro Enrique Buenaventura, el humor en el teatro como una forma de crítica y reflexión.
No es que Guillermo tenga la pose de un erudito, de un intelectual, no, lo que pasa es que cuenta su propia vida, el arte, el teatro, y esa vida es tan ajena al Vivo Bobo con el que uno lo confunde, ese personaje que se pasa semáforos en rojo, acelera a fondo en luz amarilla, tira una bolsa con el corazón de una piña a la calle, tira la basura de su casa en los caños, no hace filas, sentencia que el cinturón de seguridad es una cosa que solo usan los gringos.
Con profundo pesar despedimos a Guillermo Piedrahita, actor, pedagogo y cofundador del Teatro Experimental de Cali ( @TEC_EB ).
— MinCultura Colombia (@mincultura) June 25, 2025
Generaciones de actores, directores y dramaturgos llevan en su formación la huella de su enseñanza. Su legado perdura en cada artista que comprenda el… pic.twitter.com/vrhG5YGt4e
Guillermo lo entiende. Es un gaje del oficio. Uno que puede resultar molesto. Los personajes que le llegan al público son capaces de borrarles la identidad propia a sus autores. Así, por ejemplo, Andrés Parra no volverá a ser recordado como Andrés sino como Pablo Escobar. Así, también, Philip Seymour Hoffman será por siempre Capote. Igualmente Guillermo Piedrahíta será el Vivo Bobo que sale en televisión como espejo de nosotros mismos, de nuestros malos hábitos cotidianos en las calles de Cali.
Detrás de eso, en su caso, parece esconderse una verdad irrefutable: un minuto en televisión es más poderoso que 40 años de teatro. El actor es conocido en la ciudad por el Vivo Bobo y no por su trayectoria artística.
Guillermo Piedrahíta nació en Cali el 24 de agosto de 1945. Desde niño, “como un germen”, dice, el teatro estuvo arraigado en su vida. En la casa familiar del barrio Santa Rosa montaba obras, hacía dibujos que presentaba en la sala como si fuera cine.
En el colegio, el San Luis Gonzaga, sin embargo, nunca hizo teatro. Fue después de graduarse del bachillerato e ingresar a la Escuela de Bellas Artes que dirigía Enrique Buenaventura cuando el asunto ya era en serio y sus papás, don Julio Hernando y doña María Margarita, se preocuparon: querían que fuera doctor. No necesariamente médico, sino un doctor en algo.
Porque la vida del actor de teatro, le decían, es incierta. Él insistió y hoy piensa que es un hombre rico, afortunado: hace lo que le gusta, enseña lo que le gusta. En las mañanas dicta clases de teatro en Bellas Artes.
Con el maestro Enrique, Guillermo participó en la fundación del Teatro Experimental de Cali, TEC. Fue su gran escuela. Allí estuvo casi 25 años. Después fue encargado de dirigir el Teatro El Taller de Cali.
Y en tanto tiempo ha hecho de todo en las tablas. Fue soldado en la obra Soldados, inspirada en un episodio de la novela La Casa Grande de Álvaro Cepeda Samudio; fue gringo en la obra La Denuncia; mendigo en La Orgía de Enrique Buenaventura; dictador en El dictador de Copenhague de Martha Márquez.
Lamentamos la partida de nuestro colega Guillermo Piedrahita, actor fundamental en la historia del teatro colombiano, como co-fundador del TEC, donde trabajó como actor hasta 1984. Su nombre y obra harán parte por siempre de la memoria teatral del país. Que la tierra le sea leve. pic.twitter.com/e2S9hzikOF
— Asociación Colombiana de Actores (@actoresACA) June 25, 2025
Y claro, el Vivo Bobo. El personaje se creó en la primera alcaldía de Rodrigo Guerrero que arrancó en 1992. El concepto de lo que debía ser el Vivo Bobo fue de Blanca Isabel Moreno, guionista, productora, documentalista, creadora del Archivo del Patrimonio Fotográfico y Filmico del Valle, y Fernando Berón, su esposo y publicista.
Era la época de la influencia del narcotráfico. Los mafiosos y sicarios se volvieron insoportables en las calles, agresivos. Si se les pitaba respondían con un madrazo (o un balazo), lanzaban una frase que se volvió repetida, famosa: “vos no sabés quién soy yo”. Tampoco hacían fila porque eran los berracos, los poderosos.
El civismo se fue desdibujando. Muchos ciudadanos empezaron a imitar ese comportamiento. El Vivo Bobo llegó para ridiculizarlos. El personaje representa al caleño que se acostumbró a la cultura del atajo, del no esfuerzo. Hay trancón, entonces me meto en contravía. El tarro de la basura está en la esquina, mejor la boto aquí en el andén.
También es la representación del ciudadano que se preocupa solo por sí mismo y no por los demás. Saco la basura de mi casa, la tiro a un caño, me importa un pito las inundaciones.
El personaje se burla de todo aquello. “Y Guillermo —dice Fernando Berón— es un maestro de la comedia, que es una manera de distanciarnos de lo que nos pasa y de lo que somos para reflexionar”. Esa ha sido la clave para que Cali entera se haya apropiado del personaje, desde Ciudad Jardín hasta Aguablanca.
Alguien tiraba un papel en el andén o dejaba su carro sobre las cebras de los semáforos y lo avergonzaban con un grito: “!Vivo bobo!”. Alguien, en casa, dejaba dentro de la nevera un sorbo de jugo en una jarra para no lavarla y también: “!Vivo bobo!”.