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Máxima Acuña Atalaya. Defensora del Medio Ambiente en Su país, Bolivia. 23 de octubre de 2024. Foto Jorge Orozco / El País.
Máxima Acuña Atalaya, líder ambiental que lleva más de una década enfrentando las multinacionales que quieren apoderarse de su territorio en el altiplano peruano. Foto Jorge Orozco / El País. | Foto: Jorge Orozco

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Video: Ella es Máxima Acuña, la mujer que arrancó lágrimas a los asistentes a la Zona Azul de la COP; “Nos quieren matar”

Máxima Acuña, ganadora del ‘Nobel Ambiental’ en el año 2016, denunció que aún es víctima de persecución y amenazas de las empresas que extraen oro en su tierra, en el altiplano peruano.

25 de octubre de 2024 Por: Hugo Mario Cárdenas López - Reportero de El País

Sus palabras fueron cautivadoras y su mensaje corto, pero contundente. No tuvo estudio, no sabe leer ni escribir, pero sabe defenderse y luchar por los suyos y su comunidad. Eso le valió la obtención en el año 2016 del Premio Goldman, considerado el premio Nobel del Medio ambiente.

Mientras tuvo la palabra, el recinto permaneció en silencio escuchando a esta mujer de voz baja y dulce denunciar las más aberrantes prácticas de una empresa peruana y una multinacional estadounidense que se han unido para extraer minerales de sus tierras, en la que habitan 30 personas pero de la que depende el agua potable de tres mil mas en un pueblo de Cajamarca, en el altiplano peruano.

Ella es la mujer que conmovió a los asistentes a la COP | El País Cali

Si bien su figura, de menos de 1,50 metros de estatura, parece pequeña ante todos los logros obtenidos en defensa de los recursos naturales en la región en la que habita, es su nombre el que más le hace justicia a la valentía de sus actos: Máxima.

Hace 54 años fue bautizada como Máxima Acuña Atalaya y a mediados de los años 90 compró junto a su esposo un predio de 25 hectáreas en Sorochuco, zona andina del departamento peruano de Cajamarca.

“Espero que de esta COP haya tal vez algún resultado y que las autoridades vean estos casos que están pasando en nuestros territorios y que estamos sufriendo los defensores. Ya tengo muchas salidas de mi país dejando mis tierras y a mis hijos abandonados, pero no veo algún resultado; ojalá detengan esas empresas y que esto no quede impune”, dijo Máxima.

Sin embargo, el momento más conmovedor fue cuando pidió disculpas a los asistentes entre lágrimas por su manera de hablar, lo que tocó los corazones y los ojos de sus compañeros de panel y varios de los presentes en el foro ‘Alianza por la Amazonía: abordaje conjunto contra las actividades ilícitas y sus impactos sobre la biodiversidad’.

“Les pido que me disculpan porque a veces no les entiendo esas palabras que me preguntan como educados y como profesionales que son ustedes; yo hablo, pero a mi vocabulario que aprendí de mis padres que también fueron gente humilde y no también (tampoco) conocieron la escuela”, subrayó Máxima entre lágrimas.

Acuña defiende el territorio en el que vive cerca del pueblo de Sorochuco, Cajamarca.
Acuña defiende el territorio en el que vive cerca del pueblo de Sorochuco, Cajamarca. | Foto: AFP

Agregó que: “Es triste porque en los inicios de nuestra lucha la gente estaba con mucha conciencia y mucho ánimo de defender nuestros cerros, nuestras lagunas y nuestra naturaleza, pero la empresa con su poder ha convencido a la gente campesina, que no conocemos una letra, por ejemplo yo no tuve la oportunidad de dar un paso en una escuela, entonces no sé leer”.

Máxima vs. Multinacionales

Los problemas para la firma minera peruana Yanacocha y para la multinacional estadounidense Newmont Mining Corporation empezaron en el 2011, cuando en un acto cruel empleados de las mineras y oficiales de la Policía destruyeron la vivienda de la familia Acuña Chaupa, donde residía Máxima y su familia, pero no lograron sacarlos del terreno.

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Meses después la agresión fue directa y Máxima y una de sus hijas fueron golpeadas hasta quedar inconscientes, pero aunque el hecho quedó registrado en imágenes y video, ninguna autoridad decidió iniciar un proceso contra los agresores.

Las que llegaron luego fueron las protestas de la comunidad en general y lideradas por Máxima, contra quien la justicia peruana emitió una condena a tres años de prisión por una presunta invasión de tierras. En octubre del 2012 cinco de los manifestantes murieron en medio de las protestas.

Ante la impotencia de hacerle frente a esta mujer, dispuesta a dar su vida por defender su territorio y los recursos naturales de su comunidad, las empresas que intentan explotar los recursos minerales en sus tierras cambiaron la estrategia: desprestigiar a Máxima y levantar un manto de dudas entre su propia comunidad.

“Lo que pido es ayuden a protegernos porque donde vivo estoy sola, pero defendiendo el territorio para todo el mundo porque defender el ambiente, defender el agua, defender el territorio es general; no como dicen que estoy defendiendo por algún beneficio que tenga yo de algunas organizaciones ni tampoco por la empresa. Si fuera por interés hace tiempo hubiera vendido y hubiera salido; hubiera pensado solo en mi vida y la salud de mis hijos y no seguir viviendo en estos peligros y en estos riesgos”, asegura.

Máxima Acuña Atalaya. Defensora del Medio Ambiente en Su país, Bolivia. 23 de octubre de 2024. Foto Jorge Orozco / El País.
Máxima Acuña Atalaya. Defensora del Medio Ambiente en Su país, Perú. Foto Jorge Orozco / El País. | Foto: Jorge Orozco

De acuerdo con la Real Academia Española, ‘Atalaya’, como su segundo apellido, es ‘una torre hecha comúnmente en un lugar alto para registrar desde allá el campo o el mar y dar aviso de lo que se descubre’. Y es justamente eso lo que ha sido Máxima en la lucha contra la minería en sus tierras.

Despertaron una fiera herida

El coraje de Máxima la convirtió en líder en la defensa de los recursos naturales y en mayo del 2014 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó al Gobierno de Perú adoptar medidas cautelares para proteger a 46 líderes sociales de su comunidad, incluida Máxima Acuña y su familia.

Nuevamente en el 2015 empleados de las empresas mineras destruyeron la vivienda que una vez más había levantado, pero esta vez las protestas de las comunidades en rechazo a las agresiones se extendieron hasta Lima.

Fue entonces la ONG Amnistía Internacional la que exigió ante el mundo la protección de Máxima y su comunidad, pero con el paso de los años su familia y ella siguen siendo amenazadas, acosadas y vilipendiadas.

Como un respiro y un bálsamo en su vida llegó el Premio Medioambiental Goldman, el premio nobel ambiental, porque eso obligó a cesar los ataques en su contra porque ya Máxima Acuña estaba vigilada por los ojos del mundo.

“Nuestra lucha contra las poderosas multinacionales que vienen con megaproyectos a contaminar el agua y contaminar el aire me ha dado coraje. Me ha dado fuerza de seguir luchando y aprender a defender nuestros derechos a la vida y a la naturaleza; lo que Dios nos ha dejado para poder vivir”, señala Máxima en un hablar rápido, sin pausas, ni comas, ni signos de puntuación.

Les han matado los animales, los perros, las ovejas, los conejos y los cuyes, y los han llevado al borde la locura para intentar sacarlos de donde viven, pero Máxima Acuña Atalaya ratifica la premisa de que ‘no hay enemigo pequeño’.

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