El error silencioso al usar la estufa eléctrica que le estaría costando más dinero cada mes

Los electrodomésticos han sido diseñados para facilitar las tareas del hogar y mejorar la calidad de vida diaria. Desde aparatos clásicos como la nevera, la lavadora o el microondas, hasta los más modernos con funciones inteligentes, todos tienen como objetivo hacer más eficientes actividades como cocinar, limpiar o conservar alimentos. Gracias a ellos, es posible ahorrar tiempo, reducir el esfuerzo físico y optimizar el consumo energético.

En cuanto a las estufas eléctricas, su uso ha ganado popularidad en muchos hogares, ya que ofrecen una alternativa segura y limpia para preparar alimentos. No obstante, lo que muchos desconocen es que un mal hábito al utilizarlas puede provocar un aumento significativo en la factura de luz.

Este error, aunque parece insignificante, se ha convertido en una de las causas más frecuentes del incremento en el gasto energético mensual sin que los usuarios lo adviertan.

Según la inteligencia artificial, utilizar este electrodoméstico de forma incorrecta puede traducirse en una notable pérdida de eficiencia energética. A diferencia de las estufas a gas, las eléctricas exigen un uso más cuidadoso, tanto en cuanto al tiempo de encendido como al tipo de utensilios de cocina que se emplean.

El fallo más común —y también uno de los que más impacto tiene en el consumo eléctrico— está relacionado con el uso de ollas y sartenes inadecuados para la superficie de cocción.

El problema radica en cocinar con recipientes que no coinciden en tamaño con el quemador o que tienen la base irregular o deformada. Esta práctica impide una correcta distribución del calor, lo que obliga a la estufa a funcionar durante más tiempo y a mayor intensidad para lograr la temperatura requerida.

Cuando la base de la olla no es completamente plana o no cubre adecuadamente el área del quemador, parte del calor generado se pierde.

En lugar de concentrarse en los alimentos, la energía térmica se dispersa en el ambiente, lo que prolonga el tiempo necesario para cocinar. Como resultado, el consumo de electricidad aumenta, incluso si se utiliza la estufa a baja temperatura.

Además, es común que se usen recipientes que no están diseñados para estufas eléctricas, como aquellos con bases delgadas o fabricados con materiales que no transmiten bien el calor. Esta elección inadecuada obliga al electrodoméstico a funcionar durante más tiempo del necesario para alcanzar el mismo resultado que se lograría más rápido y con menor gasto energético si se empleara el utensilio correcto.

Más allá del tipo de olla o sartén utilizado, hay otros hábitos cotidianos que pueden aumentar el consumo de energía sin que el usuario lo perciba. Uno de los más comunes es dejar la estufa encendida por más tiempo del necesario.

Muchas personas encienden el quemador antes de tener todo preparado para cocinar, o lo dejan funcionando incluso después de haber terminado, lo que representa un gasto innecesario de electricidad.

Otro comportamiento que influye en el aumento del consumo es destapar con frecuencia las ollas durante la cocción. Cada vez que se levanta la tapa, el calor acumulado se escapa, lo que obliga al electrodoméstico a trabajar más para restablecer la temperatura ideal, prolongando así el tiempo de uso y elevando la demanda energética.

*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.