Editorial
Periodismo y biodiversidad
El periodismo colombiano no debería asumir la COP 16 solo como un reto informativo, sino también como un reto formativo.
Pese a vivir en uno de los países más megadiversos del planeta, los colombianos todavía tienen un enorme desconocimiento sobre la realidad de los recursos naturales de su territorio y lo que se requiere para conservarlos. La primera Encuesta Nacional de Biodiversidad y Clima, que realizó la WWF, arrojó importantes luces sobre el asunto.
Un 57% de los encuestados en ese estudio entienden que el concepto básico de la biodiversidad refleja la variedad de todos los seres vivos. Sin embargo, y pese a que está plenamente documentado, no reconocen a la pérdida de la biodiversidad como la mayor crisis que hoy afecta al planeta. Para el grueso de los colombianos, antes que ese problema están el cambio climático y la contaminación por plásticos.
Si bien son asuntos que están conectados entre sí, la encuesta refleja de entrada que no existe plena conciencia sobre la riqueza natural en que vivimos. Pero, al profundizar en las causas de esta paradoja, el estudio también revela un asunto que los medios de comunicación hemos dejado pasar, vergonzosamente, ‘de agache’.
Y es que la mayoría de las personas sienten que, para el periodismo, el grave problema de la biodiversidad no es asunto prioritario. En efecto, el 81% de los encuestados sostiene que los medios de comunicación informan muy poco (“más o menos” o “nada y casi nada”) sobre la biodiversidad, las causas y consecuencias de su pérdida.
Esta es la reflexión de fondo que debería hacerse en todas las salas de redacción, a propósito de la reciente polémica que surgió en el país por las desobligantes declaraciones lanzadas desde un medio nacional sobre la realización de la COP16 en Cali. ¿Qué tanto estamos aportando los periodistas a que los ciudadanos comprendan la crisis de pérdida de la biodiversidad y tomen decisiones conscientes para ayudar a frenarla?
La información sobre la afectación de los recursos naturales -y la necesaria discusión sobre la forma en que la sociedad la enfrenta-, no deberían terminar ‘contaminadas’ por sesgos derivados de la polarización política o de cualquier otro interés. Y los enfoques técnicos, basados en hechos precisos y datos puntuales aportados por las fuentes conocedoras del tema, deberían primar en la información.
Justamente por estas razones, el periodismo colombiano no debería asumir la COP 16 solo como un reto informativo, sino también como un reto formativo. De lo que se trata no es solo de venir a Cali a contar lo que pasará durante las deliberaciones de esta Cumbre Mundial de Biodiversidad. El verdadero desafío es aprovecharla para que el problema ambiental quede incorporado de forma estructural, y no simplemente coyuntural, en las agendas periodísticas de las redacciones.
Según las convenciones internacionales, para ser clasificada como megadiversa una nación debe tener al menos 5000 plantas que se den de forma natural solo dentro de sus fronteras, así como un ecosistema marino. Solo hay 17 que cumplen con ese requisito y Colombia es la segunda en la lista. Tal vez no haya un reto periodístico más formidable que narrar correctamente esa compleja realidad.