Editorial

¿Hasta cuándo?

Es urgente que la comunidad internacional no se resigne a dejar en las manos de Washington de manera exclusiva o mayoritaria la resolución de una invasión que nunca debió producirse...

En esta fotografía tomada de un vídeo publicado por el Ministerio de Defensa ruso el jueves 15 de agosto de 2024, soldados rusos cargan el arma autopropulsada Giatsint-B en un lugar no revelado. (Foto del servicio de prensa del Ministerio de Defensa ruso vía AP)
Los ucranianos merecen recuperar su tranquilidad y la comunidad internacional no debe cesar en el empeño de lograr ese objetivo. | Foto: AP

19 de jul de 2025, 03:11 a. m.

Actualizado el 19 de jul de 2025, 03:11 a. m.

¿Cuántas personas pueden resultar gravemente afectadas durante 50 días de guerra? Esa pregunta debió hacérsela el Gobierno de los Estados Unidos antes de darle un plazo tan extenso al presidente de Rusia, Vlamidir Putin, para que cese sus hostilidades en Ucrania.

Sobre todo después de que las Naciones Unidas denunciaran que el pasado junio, con 232 muertos y 1343 heridos, fue el mes más letal para la población civil desde mayo del 2022, 90 días después de que Moscú iniciara sus operaciones militares invasoras en el país que fuera parte de la Unión Soviética.

Porque eso lo que indica es que, pese a que desde que estaba en campaña para llegar a la Casa Blanca, Donald Trump prometió acabar rápidamente con esa guerra; por el contrario, dicha confrontación parece ir en aumento.

Como también lo evidencian los más de 620 drones y misiles que Rusia envió el pasado sábado sobre territorio ucraniano, incluyendo zonas ubicadas lejos de la línea del frente.

Por eso es urgente que la comunidad internacional no se resigne a dejar en las manos de Washington de manera exclusiva o mayoritaria la resolución de una invasión que nunca debió producirse y que, de acuerdo con las estadísticas de la ONU, hasta febrero de este año ya había provocado la muerte de 12.600 civiles y 29.000 heridos, incluyendo a 2400 niños.

Por el contrario, los países de Europa son los llamados a ponerle rostro humano a esas cifras y esforzarse al máximo para impedir que la vida de los ucranianos dependa únicamente de las negociaciones que pacten Trump y Putin, especialmente cuando parece que este último le estuviera perdiendo el respeto o la credibilidad al estadounidense frente a su amenaza de enviar una gran cantidad de armas a Kiev, a través de la Otan, si no cumple ese plazo perentorio de 50 días para cesar la guerra.

Pero sin duda la estrategia a la que debe recurrir el Viejo Continente, si Moscú no responde a la diplomacia y la negociación, como está demostrado, es ahondar en la presión desde el nivel económico en contra de los intereses de Rusia y sus aliados. Por ejemplo, reducir el precio máximo por barril de petróleo autorizado para la exportación a esos destinos, como lo acaban de anunciar la Unión Europea y Gran Bretaña, es un buen principio.

Sin embargo, estos gobiernos deben mantener un mayor protagonismo tanto en iniciativas como esa como en otros caminos direccionados a hacerle entender a Putin que podría terminar aislado del mundo si insiste en una guerra que no tiene ningún sentido más allá de generar odios y enfrentamientos entre pueblos que tienen un pasado común y que no merecen ser divididos por intereses mezquinos.

Solo por esa vía sería posible que, también golpeado por el supuesto aumento del cien por ciento en los aranceles anunciado supuestamente por Washington, Moscú acepte dar un paso más allá en las conversaciones que hasta ahora solo han logrado la entrega entre las partes de los restos de combatientes fallecidos y el intercambio masivo de prisioneros.

Los ucranianos merecen recuperar su tranquilidad y la comunidad internacional no debe cesar en el empeño de lograr ese objetivo.

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