Lecciones del paro

Si no fuera por el desabastecimiento y el impacto económico, puedo afirmar que ver al gobierno de Gustavo Petro y a todos sus áulicos incendiarios y provocadores tratando de explicar por qué lo que ellos habían apoyado y promovido en el pasado, ahora resultaba ser antidemocrático, indolente, y contra el pueblo, fue un espectáculo digno de relamerse los dedos.

Tres años después de haber incendiado al país por un alza de $200 pesos por galón, la izquierda radical no podía explicar por qué los transportadores, sometidos a un alza de $2000, no deberían estar efectuando un paro.

En principio, salvo que la democracia esté en peligro, no puedo estar de acuerdo con las vías de hecho. Este paro, según Fenalco, pudo haber generado $240 mil millones en pérdidas económicas diarias. Eso no está bien. Pero dicho esto, debo admitir que el gobierno tiene una responsabilidad directa por la manera en que les mintió descaradamente con promesas incumplidas de campaña. Por otro lado, los camioneros no protagonizaron un solo acto de vandalismo ni de violencia contra la fuerza pública. No degollaron motoristas ni mataron policías. ¡Qué contraste tan marcado!

Pero las lecciones que dejó este episodio, sobre todo en cuanto a las debilidades de este gobierno, serán muy relevantes para la campaña venidera. La primera, y esto aplica para todos los aspirantes, es que deben ser extremadamente cuidadosos con las promesas populistas en campaña… estas siempre se devuelven. Lo segundo es que la credibilidad de Gustavo Petro sigue en picada; el piso de desfavorabilidad no era el 30% como creíamos. ¿Será el 25%? ¿El 20%? Cualquiera que sea, ya llegó a niveles que serán muy difíciles de remontar para lograr mantener el poder en dos años. Por lo menos democráticamente. Lo tercero es que este gobierno es débil y no resiste una semana de parálisis; eso es el algo que el gremio de transportadores nos hizo evidente a todos los opositores.

El hecho es que el retrovisor le dejó de funcionar a la izquierda. Nadie se tragó el cuento que el responsable era Iván Duque por congelar el precio del Diesel en el 2020, cuando llevan más dos años en el poder y no habían hecho nada al respecto. Lo peor es que como nunca aprendieron como gobernar en este primer tiempo perdido, en este segundo tiempo se quedaron ya sin tiempo para mostrar resultados.

El alza la necesitaban urgentemente para cubrir el déficit que les impide poner en marcha una política de subsidios de aquí al 2026 que los mantuviera en el poder. Pero por aquí no fue. Les queda la carta de la reforma tributaria a presentar, y dependerá del Congreso que el gobierno tenga que frenar el derroche y apretarse el cinturón finalmente, sin poder acceder a unos impuestos adicionales que, además de ser malgastados y posiblemente robados, terminarían asfixiando una economía estancada. Veremos finalmente de que está hecho Efraín Cepeda, el presidente del Congreso, y cuanta autoridad y patriotismo tienen las directivas de partidos diferentes al Pacto Histórico.

Después de semejante revés con el paro, no le quedan muchos caminos a Gustavo Petro. Su margen político se agotó, salvo en la Cámara de Representantes. Su margen fiscal se estrechó considerablemente y entra en su fase desesperada. Pero tendrá mayorías en la Corte Constitucional, adicional a una Fiscalía de bolsillo. Aquí es donde enfrentaremos el mayor peligro de que nuestra democracia sea asaltada. Y los congresistas ya nos han quedado mal en pasadas instancias, con honrosas excepciones. Pero el sector privado y los gremios de la producción, con sus trabajadores, podrían tener en sus manos la posibilidad de salvar el país. Ya los transportadores les mostraron como.