La realidad de los Brics

El bloque Brics -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- está de moda en Colombia y en general en la conversación internacional. Lo que comenzó hace más de dos décadas como un invento de economistas para agrupar a las potencias emergentes, hoy busca consolidarse como un contrapeso real al poder occidental, especialmente ante el regreso de un Trump proteccionista, nacionalista, y adverso a las instituciones geopolíticas. Hoy hay fila de países que quieren sumarse al bloque, incluyendo Argentina, Irán y Arabia Saudita.

Los Brics representan hoy casi la mitad de la población mundial y una porción significativa del PIB global. Tienen economías potentes, influencia regional y un discurso alterno al sistema multilateral dominado por Occidente, al FMI y al Banco Mundial, y a las reglas que, desde su perspectiva, no reflejan el mundo actual. En teoría, un grupo de oposición. En realidad, son un grupo de países muy diferentes sin muchos consensos entre sí.

Podría parecer que este eje de influencia global, fortalecido, más diverso y menos dependiente del liderazgo de Estados Unidos y Europa, sea el camino a tomar. Con esos incentivos, Gustavo Petro se quiere unir a la fiesta, con obvias intenciones políticas más que económicas. En este caso, parece que el deseo de diversificar alianzas y de ganar mayor autonomía en el escenario internacional está en segundo plano ante la necesidad de rechazar públicamente a los americanos.

Más allá de la narrativa, sobre el terreno el futuro de los Brics es complicado. Las diferencias entre sus miembros son profundas. Sus sistemas políticos, prioridades económicas y visiones estratégicas son diferentes. China e India compiten por influencia en Asia. Rusia está aislada por la guerra en Ucrania, y Brasil y Sudáfrica enfrentan desafíos internos que frenan su visión externa. Hasta ahora, los Brics no han logrado consolidarse como un bloque con objetivos comunes ni mecanismos eficaces de acción colectiva.

Es verdad que la reaparición de Donald Trump en la escena internacional puso nuevamente en el mapa a este grupo creado hace más de veinte años. En un mundo donde el rechazo al multilateralismo y el debilitamiento de alianzas tradicionales como la Otan, el G7, y la OMC, existe una incertidumbre global que abre espacio para que bloques alternativos ganen protagonismo. En ese vacío, los Brics encontraron el momento perfecto para posicionarse.

Los Brics tienen el potencial y la oportunidad de crear un nuevo polo global. La oportunidad existe, especialmente en un mundo multipolar y fragmentado. Pero también existe el riesgo de que el bloque se quede en el discurso, o con demasiados mensajes diferentes, y sin capacidad real de incidir de manera contundente en mesa del poder global.

Para países como Colombia, el reto es actuar con pragmatismo y claridad estratégica, sin buscar que se convierta en politiquería internacional. Explorar nuevos espacios es importante en un mundo revuelto y sin grandes liderazgos, sin duda. Pero lo importante es no descalificar las alianzas históricas, ni comprometer principios democráticos.

El mundo está cambiando, y es tentador elegir bandos de manera oportunista, pero lo importante es navegar pensando en el futuro económico y político de un país a largo plazo y no caer en peleas tácticas ni ‘amistades’ con potencias que cargan agendas autoritarias.