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Opinión

Juego sucio

Siempre se ha dicho que para buscar ‘arreglar’ un resultado en un deporte colectivo como el fútbol, basta con abrir huecos en las estructuras de los equipos

22 de mayo de 2023 Por: Víctor Diusabá Rojas
Víctor Diusabá Rojas

En el mundo, hace rato que la perniciosa relación entre fútbol y apuestas dejó de ser simple temor o mera sospecha. Son hechos los que demuestran el progresivo avance de un mal que ya toca al todopoderoso Brasil.

Más allá de que las ligas o campeonatos locales en ese país no sean los más apetecidos por la televisión internacional, aquí hay un asunto que cada vez parece más gordo.

El hecho es que sus autoridades siguen pistas que tocan o involucran a miembros de clubes de la talla de Flamengo, Fluminense, Corinthians y Botafogo. Es decir, están a la vista los alcances de los tentáculos de un pulpo del que aún se desconoce su tamaño.

Hasta ahora son 50 los jugadores citados a declarar, de los cuales ya hay 15 imputados por conductas irregulares que incluyen arreglar partidos, veo en una nota de El País de España. Si ese es el número inicial de deportistas llamados a dar explicaciones (aún falta mucha tela por cortar, reconocen los investigadores), esto tiene cara de convertirse en un escándalo monumental.

El tema no es de casos aislados, sino de auténticas mafias, sobre las que su accionar no deja sorpresas.

Se trata de redes de apostadores que saben llegar hasta las órbitas personales de los futbolistas. Eso solo se consigue si hay quienes, desde los propios equipos, les chivatean información clave para esos efectos.

Siempre se ha dicho que para buscar ‘arreglar’ un resultado en un deporte colectivo como el fútbol, basta con abrir huecos en las estructuras de los equipos. A veces, incluso, con una sola complicidad.

El modelo se repite. Las investigaciones revelan conversaciones como una en la que un apostador intenta convencer a Kevin Lomónaco, argentino y jugador del Bragantino, para que reciba el equivalente a unos 200 millones de pesos colombianos si comete un penalti en determinado partido. Además, con la promesa de que, si juega dinero en apuestas, tendría información de resultados garantizados de antemano.

Ya dos jugadores -Vitor Mendes del Fluminense y Eduardo Bauermann del Santos- fueron despedidos de sus clubes.

Pero decir que eso demuestra que el fútbol entero está contaminado es una exageración. Mejor es aceptar que a ese deporte le corre pierna arriba un mal que hay que cortar ya, de tajo.

Más aún cuando para obtener beneficios, los deportistas involucrados en el asunto (hay casos comprobados también en tenis y balonmano) ni siquiera necesitan jugar con los resultados. Pueden incluso, en el fútbol, ganar plata con un saque de banda o una tarjeta amarilla.

¿Qué hacer frente a esa amenaza? Difícil de evitar y, no menos, de detectar. En el Reino Unido y su prestigiosa liga, intentan atajar ese que podría ser el autogol más grande en su historia del deporte más grande.

A Ivan Toney, del Brentford de primera división, lo pillaron haciendo apuestas. Eso sí, un poco tarde, entre 2017 y 2021. Desde este mayo, Toney no podrá actuar durante ocho meses, aparte de pagar una multa millonaria. Ojo, solo por apostar.

Y en Brasil ya camina un proyecto de ley que daría a luz una entidad estatal encargada exclusivamente de vigilar a las empresas de apuestas on line.

Mientras tanto, los clubes han puesto entre sus prioridades generar conciencia en sus nóminas sobre los riesgos de este juego sucio.

Ejemplos de reacción dignos de seguir. Aunque lo mejor, como en el fútbol mismo, sería anticipar. Porque, no olviden señores: siempre prevenir será mejor que tener que lamentar.

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