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De navidades y autogoles

Lo tengo decidido, de Cartagena seguiré a Cali, porque el cuerpo me lo pide y nada me lo impide.

11 de diciembre de 2024 Por: Poncho Rentería
Poncho Rentería
Poncho Rentería | Foto: El País

Hay una frase que le escuché a Pardo Llada en su Mirador Radial, era elemental, les decía a los oyentes de confortable economía y gordísima chequera esta frase que comparto: “En navidades no se olviden de los niños, los ancianos y las mujeres olvidadas, y sin aguinaldos, no le dejen tanto dinero a los yernos...”.

Y los taurinos que nunca faltaban a la feria caleña, ojalá usen su santa libertad para volver al gran fiestón de los caleños, donde la salsa y las orquestas les darán chorros de alegría. Lo tengo decidido, de Cartagena seguiré a Cali, porque el cuerpo me lo pide y nada me lo impide.

No faltan los ilusos en Navidades, abundan los tercos petristas que se creyeron el novelón del golpe blando, ese que lleva siete meses y no aparece porque nació de un caliente discurso del presidente Petro.

Discusión de hoy en el mundo político y periodístico: ¿Que Gustavo Petro viaje a Caracas a la posible posesión del ‘ególatra’ Nicolás Maduro? No puede hacerse ese autogol, a Maduro le irán pocos porque tiene descrédito mundial. Un amigo, Diego Martínez Lloreda, me soltó esta ballezura: “Maduro debe irse ya para Moscú, allá lo está esperando el siniestro Al Assad que salió huyendo de Siria”.

No me gustan las fiestas de diciembre porque hay estúpidos que queman pólvora por ser graduados en piromanía. Esos tipos que encienden pólvora creen que no producen incendios y niños quemados, pero eso es lo que dejan. El alcalde Alejandro Eder debe combatirlos, son una lacra social con su peligrosa pólvora, apresen a esos pirómanos.

Salvo Basile hace una admirable labor social en Cartagena con ayudas económicas y en víveres de gentes buenas, allí atienden cada día almuerzos para niños sin aguinaldo decembrino. Hagan lo mismo en Cali, es lo cristiano.

En la peluquería señorera me pidieron advertir a los cachacos que, sin saber nadar, irresponsablemente desafían el mar de Cartagena, Santa Marta o San Andrés; allá leí este aviso: “Oye, cachaco, no pellizques la furia del mar, te envuelve y te ahoga con su agua salada y es carísimo llevar un cadáver desde la Costa a Cali, Bogotá o Manizales”. Sabía advertencia, porque cachaco borracho que se mete al mar… es un cachaco en peligro. Aterricen, y como diría Pardo Llada: “No le dejen tanta herencia a los yernos”. Y colorín colorado.

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