Cultura
Jazz en clave de mujer en Ajazzgo 2023
Marlyn Murillo, Janet Rodríguez, Liliana Montes, Luisa María Imues Castro y Alisón RodrÍguez son parte del talento femenino presente en Ajazzgo 2023.
Ajazzgo, uno de los eventos de jazz más esperados y respetados del año, se enorgullece de anunciar su compromiso continuo hacia la promoción y celebración de la presencia de mujeres en la música jazz.
Ajazzgo 2023 representa un hito significativo en la misión del festival de dar visibilidad y reconocimiento a las talentosas artistas de jazz de todo el mundo. Desde sus inicios, este festival se ha destacado como un faro de inclusión y diversidad musical.
Este año, el festival amplía su enfoque en la representación femenina en el jazz con una programación que destaca el talento de músicas, cantantes y compositoras excepcionales.
Desde los escenarios principales de Ajazzgo 2023 se ofrece una plataforma única para que las mujeres en el jazz brillen y compartan su música con el mundo. El festival presenta una alineación estelar que incluye a destacadas intérpretes como Liliana Montes, Marlyn Murillo, Janet Rodríguez, Luisa María Imues Castro y Alisón Rodriguez , que cautivarán a audiencias de todas las edades con su virtuosismo y creatividad.
Poder femenino en el jazz
Las pioneras del jazz como Bessie Smith, Billie Holiday y Ella Fitzgerald junto a instrumentistas destacadas como el piano de Mary Lou Williams, la guitarra de Mary Osborne, la batería de Terri Lyne Carrington o la trompeta de Valerie Capers son algunos de los nombres que han destacado en el jazz.
A pesar de los avances, las mujeres en el jazz todavía enfrentan desafíos, como la discriminación de género y la falta de representación en roles de liderazgo en la industria. Sin embargo, muchas están trabajando para cambiar estas realidades.
En resumen, las mujeres han dejado una huella profunda en la historia y el desarrollo del jazz a lo largo de los años, y su presencia y contribuciones siguen siendo esenciales para la vitalidad y la evolución de este género musical.
Un encuentro que sigue insistiendo
Veintidós años de esfuerzos, de persistencia, de luchar contra las adversidades, no podían perderse por la decisión de una administración municipal de no aprovisionar los recursos públicos necesarios para apoyar, impulsar y promover la cultura local.
El festival de jazz Ajazzgo comienza hoy, con una nómina de lujo, en una versión más modesta si se compara con la de años anteriores, pero enviando el contundente mensaje de que al sector cultural de Cali no se le puede dejar morir.
Los reclamos por la desfinanciación a la que el Municipio somete hoy a la cultura en Cali no han parado en este año. El presupuesto público destinado al Programa de Concertación no llega a donde debe hacerlo, no hay recursos para el sostenimiento de las salas de teatro de la ciudad, tampoco se garantizan los dineros para el mantenimiento de la red de bibliotecas públicas.
Mucho menos para apoyar la realización de eventos reconocidos y de gran importancia, como Ajazzgo o el Mundial de Salsa, que hoy trabajan con las uñas para permanecer.
O que se le olvidara cómo la cultura hace parte de la identidad de la ciudad, es motor de desarrollo para su sociedad y les brinda una oportunidad de vida y de progreso a miles de ciudadanos, en particular a su población más joven.
Difícil entender que mientras se reducen los recursos públicos destinados a la cultura local, la Administración Municipal se embarque en iniciativas que absorben casi en su totalidad el escaso presupuesto dedicado a ese rubro. O que se tengan que cuestionar, desde la opinión pública y los entes de control, los sobrecostos y los presuntos manejos irregulares en algunos eventos.
La consecuencia es que hoy la mayoría de las 14 salas de teatro de la ciudad enfrentan dificultades y muchas están al borde del cierre. Ahí está la razón por la que hay bibliotecas de la red pública que no pueden cumplir con su labor o lo hacen a medias, mientras se retrasan los salarios de sus funcionarios.
Por ello, Ajazzgo estuvo a punto de quedarse sin su versión número 23 y debió recurrir a la solidaridad de los encuentros de jazz que se realizan por esta época en otras ciudades del país, de la empresa privada, de gobiernos extranjeros, de los artistas invitados y de la ciudadanía en general para no dejar a los caleños sin su festival y sin un espacio ya arraigado en la cultura local.